15: Seguridad

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Apenas su padre desapareció de su vista, Max se metió a su departamento, cerró la puerta tan rápido como sus movimiento erráticos se lo permitieron y le puso seguro, su cabeza estaba hecho un lío, al igual que su respiración e incluso los latidos de su corazón.

No podía definir con seguridad qué era lo que sentía, pero sabía que no estaba bien.

Echó su espalda contra la puerta y cerró los ojos mientras flexionaba sus piernas, para sentarse en el suelo. Sentía muchas ganas de llorar o de gritar, pero tenía la sensación de que un nudo se había formado en su garganta. Ver a su padre de nuevo le había traído recuerdos del pasado que prefería olvidar, se sentía demasiado indefenso y débil.

Suspiró mientras apretaba sus manos con fuerza, formando puños, sintió como sus uñas se clavaron en su piel, empezando a lastimar la zona. No podía llorar,  no debía hacerlo, no valía la pena que lo hiciera. Intentó pensar en otra cosa, pensar en su padre solo enfermaba y ni hablar de todo el daño que le había ocasionado, todo el daño que lo había convertido en la persona que es hoy en día.

A los pocos segundos escuchó que su celular sonaba, tuvo la intención de no contestar, pero al notar la insistencia de la persona que quería comunicarse con él, respondió. Ni siquiera tuvo que ver el identificador para saber que era Charles. No se habían visto desde que fue a dejarlo a la universidad en la mañana.

¿Hola? ¿Ya llegaste a casa? —preguntó con curiosidad.

A Max le costó un par de segundos recomponerse para hablar.

—Sí, hace rato —contestó, aunque en un tono de voz más bajo de lo usual, un tono que sonaba triste.

¿Te sucedió algo? —dijo el monegasco.

Max chasqueó la lengua, de verdad no quería que Charles se diese cuenta, no quería hablar del tema con él, sería raro, Charles no tenía porqué perder el tiempo escuchándolo.

No obstante, el prolongado silencio que se formó, mientras el neerlandés pensaba qué decirle, fue una clara respuesta para Charles.

¿Dónde estás ahora? ¿Seguro estás en tu departamento?

Sí, no te preocupes —dijo el rubio —. Estoy bien.

Charles se quedó en silencio, pero a través de la línea se podían escuchar pasos rápidos y el sonido metálico de unas llaves.

Quédate donde estás, iré a buscarte.

—No es necesario, Charles, en serio estoy bien solo...solo estoy muy cansado.

No importa, estaré ahí en unos minutos —fue lo último que dijo, antes de colgar la llamada.

Por unos segundos, Max se sintió patético, ¿Acaso era tan evidente que no se encontraba bien? ¿Acaso siempre llamaría la atención de las personas de esa forma, es decir, causándoles pena?

Decidió ponerse de pie, caminó hacia el pequeño salón, dejó su mochila en el suelo y se recostó en el sofá. Había perdido el apetito y las ganas de hacer los trabajos que le habían enviado de la universidad, ¿Qué más daba hacer todas esas cosas? A la final no significaban nada, es seguro que ni siquiera sería capaz de concentrarse. Max sentía que su cabeza daba vueltas, tenía un montón de pensamientos atormentándolo, no podía dejar de pensar en lo horrible que había sido su infancia...se le hacía difícil quitarse a su padre de la cabeza.

En el fondo, Max era un niño que siempre quiso ser querido, un niño que hacía hasta lo imposible para ser aprobado por su padre. Creía que recibir su afecto era lo único que lo haría feliz, que lo haría sentirse bien, pero con el pasar del tiempo comprendió que no era así y que nunca recibiría eso de su padre por más que quisiera.

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⏰ Last updated: May 07 ⏰

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