Capítulo 9.- Una Princesa Perfecta

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Elia Martell

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Elia Martell

Si Elia había creído que con la partida de Rhaegar se le permitiría quedarse en la soledad de sus aposentos lamentándose por la ausencia de su pequeña Rhaenys, su tío Ascar se encargó de que no fuera así.

Cada vez que quería permanecer en su cama o simplemente recostarse en los almohadones todo el día, su tío estaba ahí para evitarlo. La hizo retomar sus paseos de media tarde, así como los baños de sol, que Carden solía prescribirle.

Su opinión al respecto no importaba, el día en que se había negado a levantarse, su tío la alzó en brazos para llevarla al jardín privado.

Tan "escandalosa" acción impactó a los hombres de Rhaegar, poco o nada importaba que fuera el hermano de su padre, el hecho de que su tío la vio crecer, no importaba que él la viera como una más de sus hijas, lo único que ellos veían era que él era un hombre y ella una mujer, y que ambos eran dornienses.

Eso era lo único que notaban cuando la observaban, para ellos siempre sería una extranjera de dudosa reputación, no por su actuar, sino por su origen.

Sin embargo, pese a lo que otros pudiesen pensar, las acciones de su tío dieron resultados. El color regresó a su piel, la fuerza regresó a ella e incluso ganó un poco de peso.

Pero si su tío se había encargado de ella físicamente, su tía lo había hecho mentalmente.

La noche siguiente a la partida de Rhaegar, su tía Melian pidió que la dejaran a solas con Elia en su alcoba.

Había oído hablar de la rudeza de su tía cuando lo consideraba necesario, sabía exactamente cómo golpear en los puntos sensibles.

Había oído decir en una ocasión a su tío Ascar que prefería enfrentarse de nuevo a Maelys Fuegoscuro que a su mujer en un día de ira.

—Escuché que discutiste con vuestro esposo por su partida hacia Desembarco del Rey —dijo ella sentándose al lado de su cama—. Creí que tu madre te había enseñado a escoger tus batallas.

—Rhaenys aún es demasiado pequeña para emprender un viaje así —los ojos de Elia se humedecieron—. ¿Qué clase de persona saca a una bebé tan pequeña de su cuna para exponerla a los peligros que ese viaje pueda atraer? Tengo miedo de lo que le pueda pasar estando lejos de mí.

—Deja los sentimentalismos de lado —le pidió, tenía que hablar con la mujer, no con la niña que aún lloraba cuando algo salía mal—. Puede que Rhaenys sea solo una bebé de tres meses de edad, pero hasta que le des un hijo varón, ella es la heredera de los siete reinos.

—¡Con mayor razón! Alejarla de mí no haría más que exponerla y poner en riesgo su vida. Podría esperar un par de meses más.

—Si Rhaegar actuara siguiendo tus deseos y esperara para presentarla ante el rey, entonces sí que estaría exponiendo a Rhaenys, y no solo a ella. Si no va, pone en riesgo su propia vida, y de paso la tuya. Si Rhaegar no acude al llamado del rey, le dará una excusa para llamarlo traidor y nombrar a Viserys heredero al trono en su lugar, y entonces tendrás una flota entera en el muelle viniendo por la cabeza de tu hija —Elia la miró aturdida, como si la posibilidad nunca se le hubiera cruzado por la cabeza—. Vamos, piensa un poco, sé de primera mano que no eres una niñata tonta, usa la cabeza. ¿En serio crees que Aerys quiere que Rhaegar la lleve porque está emocionado por conocerla? —se mofó de la idea—. No quiere más que tantear el terreno, darse una idea de cómo van las cosas por acá, quiere saber si su matrimonio es bueno o se está cayendo a pedazos. Seguramente cree que Rhaegar no dará ni un paso por el trono hasta haber asegurado un heredero. Créeme, es mejor que Rhaenys vaya ahora que ni siquiera es consciente de lo que pasa.

Los Últimos DragonesWhere stories live. Discover now