Capítulo 14.- Ojos Hechiceros

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Ashara Dayne

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Ashara Dayne

Ashara luchaba para contener un bostezo.

Le habían prometido el torneo más grandioso de siglo, pero al contemplar la escena ante ella, la decepción la consumía. Esos norteños realmente no tenían idea de cómo organizar una fiesta. ¡Por los dioses, incluso Doran Martell organizaba reuniones más animadas!

¿Dónde estaban los bufones, los danzantes de Myr y la alegría desenfrenada?

Se le escapó un suspiro resignado, admitiendo que la celebración era un asunto tibio en el mejor de los casos. Aunque, por lo menos el vino fluía abundantemente. Lady Shella Whent, impulsada por una sed insaciable de ganarse el favor de Elia, se había asegurado de que solo el mejor vino dorniense adornara las mesas del torneo. No había rastro de esa débil bebida que se atrevían a llamar vino en el dominio.

Los pies le dolían por haber bailado tanto. Había soportado el monótono coro de cumplidos, la incesante letanía de adulación que solía rodearla. "Ojos hechiceros", decían, como si eso fuera alguna revelación. "La encarnación de la doncella", insistían, como si no lo hubiera escuchado incontables veces antes. "Una verdadera estrella", proclamaban, creyéndose astutos al compararla con el blasón de su casa. Y, por supuesto, el inevitable: "Tendrá que pagar por robar mi corazón", Ashara ponía una sonrisa irónica ante la previsibilidad de todo ello.

Los hombres norteños querían lo mismo que los de Dorne, llevarla a la cama, pero por lo menos los sureños tenían más encanto.

Brandon Stark se levantó de su mesa y avanzó hacia ella con galantería, su rostro luciendo la confianza que le caracterizaba.

"¿Qué pensaría tu prometida si se enterase de la manera en que me miras, de la forma en que me hablas y las propuestas que me has hecho?" pensó Ashara, sintiendo la mirada tanto de la mesa de los Stark como de cierta pelirroja.

—Lo siento, lord Brandon —dijo Ashara tan pronto como el norteño se acercó—. Me temo que no puedo aceptar un segundo baile con usted. Al hacerlo, tendría que conceder otro baile a todos los caballeros con los que ya bailé, y como comprenderá el resto de la velada no me sería suficiente.

—¿Por qué insistes en hablarme de usted? —se quejó él, llevándose una mano al pecho—. Rompes mi corazón, Ashara. Creí que éramos más cercanos... —Una expresión de dolor cruzó por su rostro por un instante, pero desapareció rápidamente, siendo remplazada por su usual sonrisa—. En cuanto al baile, confieso que sería el primero en hacer fila si te viera repetir acompañante, pero la verdad es que no estoy aquí para solicitar una pieza en mi nombre.

—¿Entonces?

—Mi querida Lady Ashara de la casa Dayne, ¿me haríais el honor de concederle un baile a mi hermano menor? —le preguntó Brandon, extendiendo su mano con la propiedad de un caballero. Inclinó la cabeza, al igual que lo había hecho un par de horas antes, pero esta vez parecía que se ocultaba una chispa de socarronería en su mirada.

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