1. LA VALENTÍA DE UNA BRUJA

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KAHNARA CAVALIER

Mi padre siempre decía que me dotaba de un gran valor, porque todo nuestro linaje estaba compuesto por grandes guerreros y justicieros que el mundo que conocía adoraban.

Pero desde aquel día, me he sumergido en la cobardía y me he ocultado en las paredes de una mansión que ni siquiera me pertenece.

Mañana cumplo mis 23 años. Dejaré de ser bruja para ser la luna de un Alfa Favre. Y podre renacer por fin en algo que no sea la hija cuyo padre causó la peor masacre de esta manada.

—Lo haré— Susurro frente al espejo.

Siento unas manos, rodear la zona de mis costillas, y empujarme contra su cuerpo. Doy un pequeño salto con sorpresa, y giro mi rostro de inmediato para observar aquella presencia.

Gabriel me sonreí.

—¿Qué haces aquí?— Susurre. —Tu madre pronto vendrá y nos reprenderá a ambos si te ve.

—Me mandaron a buscarte para la comida— Asegura, abrazándome con más fuerza.

Lo miré, teniendo mis sospechas, pero él no quita esa sonrisa de boca cerrada. Sus ojos claros recorren lentamente mis labios y sus manos bajan hasta mis caderas. Dejo de mirarlo directamente, para enfocarme en el gran espejo y en como sus dedos lentamente suben mi vestido.

—No sabes lo difícil que han sido estos años teniéndote a una habitación de distancia. — La punta fría de su nariz roza mi cuello. — Escuchando tu voz cuando cantas, tu risa cuando lees un libro. Pero lo que realmente me hace agonizar de deseo, es sentir tu olor a rosas que atraviesa las paredes.

—No hallo la hora de poder sentir tu olor también—Murmure.

Su cabello rubio me produce cosquillas en la mandíbula y logra que suelte una sonrisa.

—Y yo la hora de hacerte mía— Dice sobre mi piel.

Lo detengo cuando sus manos logran tocar mis muslos y me alejo unos centímetros para mirarla frente a frente.

—Tu madre tiene razón— Espeto molesta. —Los Favre solo piensan en dos cosas: en su celo y en procrear. Mañana no es solo para tener relaciones, nos unimos como una sola alma y si sigues así, no dejaré que me toques por otros diez años ¿Oíste?

Baja la cabeza con aires arrepentidos, y asiente. Alzo el mentón, complacida de que lo entendiera, desde que éramos niños, debía escapar de sus agobios, porque se dice que para que la marca de alma gemela sea perfecta debía de tener dos décadas cumplidas y no debo permitirme errores, por más que Gabriel diga que es un mito tonto.

Pero yo he oído de alfas que pierden el control cuando tienen relaciones con su luna y las marcan prematuramente, provocando que no se unan como se debe.

Él levanta la mirada hacia mí, poniendo ojitos de un cachorro. Suelto un suspiro, decido regalarle una pequeña sonrisa y alzarle mi mano para que la tomara.

—Sabes que mi madre tiene razón en todo.— Dijo cuando nos encaminamos a la puerta de mi habitación. —Los alfas podrán dominar el mundo, pero las lunas los dominan a ellos.

Solté a reír.

Bajamos y rápidamente divisé por las ventanas de la estancia una yegua café con una macha ovalada en el ojo. Chille de alegría y me libere de la mano de Gabriel, para correr hacia el comedor.

Volvió por fin.

—¡Tío Nikolas!— Exclamé con emoción, pero en la mesa solo me esperaban rostros preocupados.

Mi tío voltea a verme, e intenta esbozar una sonrisa de alegría. Mason, el alfa de la manada y padre de mi mate, leía una carta con la cara pálida.

—¿Qué pasa?—Pregunta Gabriel a su madre.

The Black OrbeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora