9. LA PRIMERA VEZ

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RHEA ECKVAN

“Se autoriza a Nara Leroy a salir de la fortaleza en el periodo de luna llena, a realizar unos mandados para la princesa Diana, llevará como acompañante a Denisse Magnam”

Rozo con el pulgar delicadamente el sello de lacre impreso al final de la carta mientras con la otra mano juego con el mango de mi espada.

Sin embargo, lo que realmente me sorprende es la minuciosa forma de copiar mi firma, trazo la pluma de la forma que yo lo haría. Distraerme para robar el sello fue fácil, pero falsificar el documento lo fue aún más. Si no fuera por el acto precavido y maniático de Kaiat de revisar los permisos otorgados esa misma noche, sin duda hubiera creído que yo misma firme ese permiso con mi puño y letra.

Honestamente, no sé qué hacer con esas dos.

Dejo caer la autorización en la mesa de madera, y me recuesto en el respaldar de la dura silla que Kassia tiene en su salón. Trato de hallar una posición cómoda, pero me haré la idea de que diseñaron estas sillas con el propósito de que estés de pie.

Iker termina de cocer la herida en el estómago de Kassia, mientras ella está echada en su sofá, como la mirada perdida en un lugar del piso, aprieta los puños contra las almohadas para controlar el dolor que siente.

— Estás tardando demasiado en cicatrizar, Kass —Iker niega su cabeza, pero su pulso no tambalea.

Ella solo asiente. Una sirvienta deja frente a mí, una copa de madera, y esboza una pequeña sonrisa.

—Todo ese dolor se evitaría si te concentraras en sanar —Insinúo.

Tomo en mis manos la copa y la admiro un momento, no tiene mucho que destacar, además de la media luna en el centro.

—Jamás pensé que la primera vez que tuviera que asistirte fuera por un altercado en un burdel.—Declara Iker. — ¿Dónde tienes la mente, Kassia Cavalier?

Se voltea a mirar, preguntándole con la mirada. No tuve que declarar nada, porque de una sola mirada entendió todo.

— En la princesa Diana. —Kassia se tensa visiblemente, e Iker debe parar lo que está haciendo para mirarla con una sonrisa burlona.— Ya, ya… Lo lograrás, la que persevera se gana a la princesa.

Cuando el castaño levanta su mano para tocarle el hombro a mi beta, ella lo aparta bruscamente, agregando una línea más en su ceño fruncido y se recarga en el respaldo, soltando un dramático suspiro. Iker suelta a reír y vuelve a remendar la herida en su estómago.

Mi atención se centra ahora en el vino, en la modesta copa de madera, solo un sorbo me basta para arrugar mi nariz.

— ¿En qué gastas todo el oro que te doy? Porque en vino decente y en algo decente donde beberlo, no—Le aseguro, negando con la cabeza.

Kassia dirige lentamente su mentón a la derecha para mirarme de reojo, fríamente.

—Y luego preguntas por qué nunca te invito a mi casa—Menciona.

—Yo tuve que comprarle vajilla de oro y sacrificar a mi mejor cerdo para que se quedara a una misera cena en mi casa en Norvan— Dice Iker.

—Pero tu esposa se llamó afortunada por cenar conmigo.

—Afortunada es Sereh por tener que aguantarla solo dos días al mes, Alfa—Bromea Kassia.

Niego con la cabeza, esbozando una media sonrisa. De la niña que no podía modular una sola palabra cuando me le acercaba ya no quedaba nada, y me alegro. Es la beta que estuve esperando por mil lunas.

Mi mente viaja fugazmente hacia Sereh ¿En qué ejemplares de pintores muertos o de alfarería estará derrochando mi dinero ahora? Preferiría a una esposa que consumiera toda mi fortuna en vestidos y joyas y no una que convierta todos mis castillos mosaicos de obras de arte que no entiendo y los llene de músicos y poetas presuntuosos que no soporto.

The Black OrbeWhere stories live. Discover now