6. LOS CELOS ECKVAN, PARTE 1

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KAHNARA CAVALIER

Siento como soy sacudida de un lado a otro sin cuidado alguno, y la paz de mi sueño se frena abruptamente.

—¡Nara, te volviste a dormir encima de mí!—Chilla Denisse, con su negro ceño fruncido.—Me babeaste el vestido, tonta.

Tallo mis ojos antes de dar un largo bostezo, por un momento olvidé donde estaba y tuve que echar un vistazo. Era un salón enorme, de grandes sillones de la mejor calidad, licores, ventanas alargadas y una biblioteca enorme, además frente a nosotros había una terraza, estaban en el tercer piso del castillo, así solo apreciábamos el cielo nocturno.

Denisse y yo debíamos de ordenarlo como castigo por quedarnos dormidas en plena ceremonia a la Diosa Luna en la catedral del castillo, causando un gran escáldalo solo porque Denisse ronca como si tuviera una tormenta en la garganta y si no fuera por Rhea, nos hubieran mandado a matar.

Pero es este estúpido horario, dormir de día y vivir de noche, me parece tan absurdo, que simplemente no me acostumbro.

Nuestro castigo empezó hace tres días, limpiar todos los cuartos de la Princesa Yris, pero debemos dejarlo de lado, apenas los híbridos se despierten para ayudar en la cocina y yo debo estar junto a Diana.

Así que nos levantamos cuatro horas antes para asear el lugar y terminar lo antes posible este calvario, llevamos tres días así y estoy exhausta.

Gracias a la Diosa que este es último cuarto que limpiar.

—Ve a limpiar el librero o yo qué sé, pero no estés a mi lado todo el tiempo—Denisse sacude una almohada del sillón.

—Pero hay arañas.

La pelinegra me voltea a mirar con una mano en la cintura.

—¿No me digas que le tienes miedo a algo tan insignificante como una araña?—Cuestiona ella, yo asiento. —¡Ve! Necesito terminar esto rápido para pedirle otra oportunidad a Dalma.

—Ha pasado una semana y lo único que has logrado con la Alfa Rhea, es que sepa que es imposible dormir contigo sin taparse los oídos o querer arrancarte la garganta— Insinúo con una sonrisa burlona. —Eso mata las pasiones.

—Maldita—Me lanza una almohada.

Comienzo a huir de sus ataques entre risas, ella mantiene una sonrisa macabra cada que me daba en la cara con la almohada de plumas, parece que le produce cierta satisfacción.

Logro tomar una de las que ella me lanza a la cara, y ahora soy yo quien la persigue.

Pero entonces Denisse frena en seco, y es mi momento de estamparle la almohada en el rostro con todas mis fuerzas. Ella no reacciona, es una estatua, giro mi cabeza a donde sus ojos están fijos: en la puerta.

Hay una mujer alta, vestida de un hermoso vestido dorado con detalles de flores bordados en hilo rojo y con la capa negra para el sol, nos miraba con una de sus cejas rojas alzada.

—¿Quiénes son ellas?—Le pregunta a Dalma con seriedad.

Dalma, que nos asesina con la mirada, enrojece de la rabia.

—Son nuevas, alteza, unas niñas licántropas, le ruego que me perdone—Dice ella, para luego volver a mirarnos. —Nara y Denisse, reverénciense ante la Princesa Yris ¡Ahora!

Eso hacemos con apuro.

—Discúlpenos, princesa—Ruega Denisse. —No volverá a pasar.

La pelirroja dirige su mirada azulada a mí, a la espera de algo. Relamí mis labios y endereza mi postura.

The Black OrbeHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin