5. EL OTRO MUNDO

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KAHNARA CAVALIER

Observo un rincón de la habitación, sumergida en los sucesos de la noche de ayer, repito una y otra vez la risa de mi hermana en la mente, haciéndome esbozar una sonrisa.

—Entonces, ¿Un híbrido borracho te atacó en el jardín?— Cuestiona Denisse, mientras me limpia la herida de la daga en mi mano con agua y un perfume que arde. Solo asiento. — Eso te pasa por huir.

Suspiro e ignoro los comentarios de la pelinegra y me dedico a observar la habitación nuevamente, hay varias “camas” vacías porque las chicas y chicos elegidos para pasar la noche con los alfas todavía no volvían.

Pero gracias a la Diosa que aún era de día, y hay un leve destello de esperanza de que todos vuelven sanos y salvos. Dalma no se ha asomado por aquí, y todavía no sabe que seré la doncella de Diana. Me da terror el pensar como me hará pagar por haberme escapado.

Giro mi rostro a nuestra cama, y un dolor en mi corazón me hace abrir la boca por primera vez en el día.

—¿Crees que la haya matado?— Pregunte, con un nudo en la garganta. Me mira, confundida.—¿A Anne?

En sus ojos negros se forma una gruesa capa de lágrimas, que intenta ocultar bajando la mirada a mi herida.

Relamí mis secos labios, el estómago se me revuelve de suponer lo que ese loco de Ignis Eckvan le habrá hecho, con lo enojado que parecía, no me quiero imaginar lo que la joven sufriría.

—Espero que no—Fue lo único que pudo modular.

Termina de curarme la herida, se levanta cuidadosamente y saca una tela larga de seda azul. Con los labios apretados me la entrega, eso me sorprende de sobre manera que Denisse rueda los ojos

—Cúbretela—Dice toscamente, aparentando que no le importa.— Dalma dijo que te molería a golpes porque escapaste. Si ve la herida, creerá que ya no eres pura y te puede matar.

Le sonreí, pero la pelinegra solo se encogió de hombros.

—Gracias— No pude evitar sentirme culpable, aunque no me hubiera acostado con Rhea, considero que frustre un poco su sueño de ser Luna consorte, la reina. Doy un largo suspiro. —Denisse, debo contarte algo… pero no te enojes, por favor.

Me callo cuando unas voces detrás de la puerta se oyen, ambas nos levantamos al oír la inigualable risa de Anne. Denisse y yo compartimos una mirada rebosante de esperanza y corrimos hacia las enormes puertas de madera cuando estas se abren despacio.

Denisse comienza a dar saltos, contagiándome su emoción.

Anne cruza por ella, cubierta por una manta de piel, y nos abalanzamos sobre ella para abrazarla. Le doy un beso en la mejilla, conteniendo lágrimas de alegría y alivio. Al mirar detrás de ella, veo al príncipe Ignis, que tenía puesto su capa negra para cubrirse de los escasos rayos de sol de la tarde.

Él me da una mirada muy analítica, como si supiera lo que hice ayer, pero me saluda con un leve movimiento de cabeza.

Denisse chilla.

—¿Estás desnuda? —Cuestiona escandalizada.

La rubia enrojece por completo, y se cubre más con la gruesa manta.

— Nos vemos en la comida, Anne— Anuncia él, ella lo voltea a ver y asiente con una sonrisa.

Los guardias cierran las puertas. Anne se apresura a ir a nuestra cama para caer rendida, sin soltar la manta.

—Les traje esto— Saca su mano con cautela y nos extiende dos círculos dorados. —Es dulce, lo juro, se llaman galletas.

Alzo una ceja, desconfiada, pero sinceramente no me podía negar a algo que Anne me pida, así que lo pruebo. Casi puedo ver mis pupilas dilatarse por el sabor, había probado pocas cosas dulces en mi vida que no fueran frutas y esta le ganaba por mucho a todas ellas.

The Black OrbeWhere stories live. Discover now