Capítulo 17: En mi dolor te encuentro como un ancla.

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Elina

Soy la peor persona, amiga, hija y novia del universo. No quería preocupar a Rachael de nuevo con todo el embrollo del dinero y mira dónde estoy, recordándome una vez más que soy un error del destino. Una broma del karma para mis padres por andar por la vida como si les hubieran metido un palo por el culo. Un fallo. Un ser humano que merce todo lo malo que le pase. Soy una mierda de persona.

Mis padres no se lo mercen aunque nunca se han portado bien conmigo, eso es innegable, no justifica que me haya convertido en una persona problemática, una chica que tiene un desorden de vida y puede que mental porque si no no me explico cómo he acabado en esta situación. No se mercen que les avergüence constantemente, que les cause problemas, que por mi culpa tengan que pagar cuantiosas cantidades de dinero y eso que les he ocultado mis deudas más gordas.

Podría haberle dicho a Rachael tantas cosas...La verdad ante todo, ¿no? O eso dicen y hasta el día de hoy no me había percatado de que es verdad. Una mentira tras otra mentira solo hace un nudo cada vez más difícil de deshacer, como con los cascos de música que se enrredan y no parece a ver ni principio ni fin pero cuanto más los arrugas y menos trates de separa el cable más difícil resultará en el futuro conseguirlos como antes.

Yo me sentía como esos cascos, un nudo imposible de deshacer, un puto problema más grande que el Time Square.

Sentada tras el volante de mi coche, sumida en la oscuridad del garaje que Connor me había dicho que podía usar mientras él estaba trabajando (que es mi jornada de trabajo), escribo y borro sucesivos mensajes a mi amiga. No quiero decirle que acepté el dinero de Dereck porque mis padres ya no me pasan ni un centavo.

Apago el dispositivo finalmente sin decirle nada y lo meto en el bolso que me cuelgo al hombro. Ninguna ayuda económica me viene de más la verdad porque Connor me paga bien, pero no lo suficiente como para pagar la uni, más mi parte del alquiler, más los gastos de agua, luz, comunidad, del coche y lo que es mi vida normal porque además ser vegana sale muy caro. Y todo el dinero de Dereck...No podía echarlo a perder.

Subo las escaleras una vez llego al portal hasta el piso en el que trabajo y ya en el rellano escucho los ladridos de Cooper. Pongo una sonrisa, me encantaría poder adoptar algún perro algún día, sobre todo cuando tenga el dinero suficiente como para darle una buena vida.

Justo antes de abrir la puerta, sale una mujer de unos cuarenta o cincuenta años de la puerta de al lado, con tres hijos que empiezan a alborotar. Me saluda con una sonrisa.

-¿No estará Connor en casa?-Me dice agarrando a uno de los tres chicos para que se esté quieto.

-No, está trabajando. ¿Necesita algo en lo que le pueda ayudar?

-¿Eres su novia?

Me sonrojo un poco, aunque no debería. Es obvio que piense que soy su pareja si estoy metiendo la llave en el cerrojo de su puerta.

-No, vengo a cuidar a su perro y a limpiar un poco.

-Ah. Bueno, es que Connor me ayuda con mi gatita que está en casa y se me ha puesto mala. Tengo que llevar a los niños a extraescolares y tengo ginecólogo así que era por si podía traerla y que le echases un ojo.

Vaya...Eso es muy amable por parte de Connor, más teniendo en cuenta que hace poco tiempo que se ha mudado. Un niño grita a su madre que van a llegar tarde al tenis y ella me vuelve a sonreír. No sé si puedo meter más animales en su casa y, a pesar de que tengo su número de teléfono no quiero molestarle por si está haciendo algo importante.

-No creo que haya ningún problema. Puedo encargarme yo, si no le importa.

-Mujer, qué me va a importar. Vigile un segundo a los niños. Ahora vuelvo.

Mi intención no fue amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora