Capítulo 11: Promete que me amarás para siempre.

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Dereck

-Dereck, ¿me estás escuchando?-Una aguda y estridente voz se cuela entre mis pensamientos -. Hola-agita una de sus manos delante de mí.

-Déjame solo, Kat-digo una vez que termina de abrocharme la corbata gris.

-¿Qué te pasa? Llevas todo el día rarísimo.

<<Que te he puesto los cuernos. Otra vez. Que casi asesino a tu padre. Otra vez. Y que tengo más ganas de ahorcarme con esta corbata que compartir sangre con Adler.>>

-Solo me duele la cabeza, no es nada-digo en su lugar.

-Vale-resopla-.No tardes. No quiero hacer esperar a mis padres.

Asiento. Kat ha sido la encargada de que se sientan cómodos en nuestra casa, algo que tampoco me hace especial ilusión pero sé que me tendré que conformar.

Entre los dos hay esta especie de dinámica. Ella sabe cuando no debe de excederse conmigo, cuando necesito mi tiempo, cuando mi paciencia está a punto de agotarse y yo respeto sus decisiones, sus extrañas creencias y su comprotameniento infantil.

-No creo que llegue tarde a la planta de abajo-explico aún con aquel recuerdo rondando en la mente.

-Soy consciente de ello, pero no deseo por nada del mundo no recibir a tu padre como es debido.

Freno en seco en la puerta del baño y giro mi cuerpo hacia ella.

-¿Desde cuándo mi padre iba a venir a cenar?

-Desde que les invité-Le miro fijamente-. Me lo prometiste o, ¿ lo has olvidado?

-¿Cuándo ha sucedido eso?

Recuerdo perfectamente aquella noche, en el trayecto a aquel restaurante cuando me propuso pasar una cena con él, la misma noche en la que me lié con la camarera.

-Ya veo lo que me atiendes cuando te hablo-se cruza de brazos, en el umbral de la puerta del baño. Esta noche se ha vestido muy elegante, como casi siempre lo hace. En esta ocasión, sin embargo, ha dedicado mucho más tiempo para rizarse el pelo y a maquillarse. No tengo ningún recuerdo de Kat vestida con chándal o peinada con una simple cola de caballo o un moño mal hecho. Siempre cuida mucho su imagen, hasta para pasar el día en casa.

-Lo recuerdo-entro en el servicio, cerrando la puerta de mala gana.

Me acerco a uno de los dos lavabos y giro el grifo para regular el agua hacia el lado más frío posible. Paso unos segundos quieto, observando el agua correr y perderse por el desagüe. Necesito deshacerme de esos gritos que aún persisten en mi mente.

Mi madre no se merecía todo aquello, no fue justo para nadie. Y, aun así, tengo que seguir viendo la cara de mi padre, día tras días. Libre, sin haber pagado las consecuencias de su conducta.

«Solo una noche, Dereck.»

Me repito y refresco el pelo. Observo mi rostro en el espejo. Allí estoy, vestido como un auténtico imbécil. Las venas del cuello me palpitan porque este esmoquin es demasiado ajustado.

«Recuerda, todo por el dinero y después, toda esta mierda terminará.»

Cierro los ojos al mismo tiempo que escucho las voces de los Hamilton junto a las de mi padre y madrastra en la planta de abajo, son un mero susurro, pero aún así allí están.

Lo único que me relaja es el maravilloso sonido del agua al caer desde el grifo, hace una especie de melodía.

Kat entra en el baño irrumpiendo mis últimos momentos de tranquilidad antes de la cena. Lleva consigo un bote de laca y colorete.

Mi intención no fue amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora