Capítulo 22: Halloween.

72 21 85
                                    

Rachael

Es bien entrada la noche cuando salgo de la biblioteca, satisfecha por todo lo que he avanzado en el trabajo. No me gusta salir del campus cuando ya ha anocheciendo pero solo necesitababa leer un libro que no posee la universidad para finalizar el proyecto del semestre. No pensé que me demoraría tanto.

La calle está desolada, completamente vacía de cualquier rastro humano pero sí me llega el apestoso olor de las alcantarillas de las que sale humo y algunas ratas que corrotean por la acera y rebuscando por las bolsas de basura que hay desperdigadas. La calle se encuentra iluminada por una hilera de farolas que le dan al lugar un aspecto lúgubre. Comienzo a arrepentirme de no haber esperado hasta mañana para acercarme al lugar. Soy demasiado impaciente.

Me coloco la mochila delante de mi cuerpo por seguridad y enciendo el teléfono móvil por si necesitase ayuda. Aún así mi nerviosismo crece con cada paso que doy. A mi izquierda se abre una verja, sobresaltándome. No hay nadie solo un sonido chirriante que produce la puerta al abrirse y cerrarse.

<<Será por el viento.>>

Seguro que me estoy sugestionando. Siempre lo hago, magnifico la realidad y me pongo en la peor situación. Seguro que no es para tanto, que en cuanto regrese a mi habitación me reiré de este momento.

Allí, en Nueva York no tengo a nadie al que llamar a parte de mi compañera de habitación:Daphne. Marco su teléfono pero me da comunicando. Supongo que estará durmiendo. Y no es de extrañar con la hora que es: 23: 06. Barajo la posibilidad de llamar a su hermana pero no quiero molestarla por nada. Tan sólo son mis imaginaciones.

Lo más inteligente sería haber llamado a un taxi pero en ese momento tenía la mente tan presa del pánico, poniéndome en situaciones hipotéticas, que no podía pensar con claridad. Más bien no podía pensar en otra cosa que no fuera en huir.

A lo lejos visualizo un cementerio así que prácticamente corro para llegar. Allí estaría a salvo porque, ¿quién estaría merodeando a estas horas en un cementerio? Además es un atajo para llegar a la universidad. Tras atravesar aquellos caminos llenos de tumbas, lápidas y cipreses llegaría a la parte trasera de la facultad. Y, por fin, estaría en casa.

Cuando me cuelo por una rendija de la alta y puntiaguda verja me prometo que nunca más se me ocurrirá hacer algo semejante. Prometo a quien pueda oírme que no volveré a salir por esas calles sola y de noche y que no haré nada malo nunca más. Solo pido una oportunidad, un segundo para correr por el cementerio y llegar al otro extremo y no volveré a suplicar nada nunca más.

Pero, parece ser, que mis súplicas fueron escuchadas por el mismísimo diablo que me está esperando para arruinar mi vida.

Mi intención no fue amarteWhere stories live. Discover now