Ambición: deseo intenso y vehemente de conseguir una cosa difícil de lograr, especialmente riqueza, poder o fama. El mismo deseo que durante milenios ha conllevado al declive del ser humano.
Una serie de asesinatos emergió en el reino de Drosrovia...
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Alexandra
Oscuridad, silencio, caos. Me ahogo, siento como la marea me arrastra hasta lo más profundo del mar. Intento salir a la superficie para poder recuperar oxígeno pero todo empeora. Poco a poco se extiende por todo mi cuerpo el miedo atroz a no poder sobrevivir.
—La luz bailará una dulce sinfonía en los brazos de la oscuridad. El caos se desatará, la luna desaparecerá. Rojizo vino destilará a través del cristalino mar que el reflejo de la ira mostrará—dice la voz suave varonil cercana a mí.
— ¿Quién eres?
—Todo depende de ti, Alexandra—susurra ignorando mi interrogante.
— ¿A qué te refieres?
—Mi deber ha culminado es momento de que me marche.
La presión que antes había sentido en mi interior poco a poco comienza a disminuir. Intento deshacerme por completo del miedo que me mantiene cautiva y no me permite regresar a…
—Alexandra, Alexandra despierta —susurran a lo lejos—. Por favor, abre los ojos.
Tú puedes. Inhala, exhala. Todo va a estar bien.
Repito la acción durante unos segundos hasta que poco a poco logro estabilizar mi ritmo cardíaco y abro los ojos.
Los rayos del sol que bordean la cortina celeste impactan contra mi piel dejando a su paso una sensación abrasadora.
— ¿Otra vez otra pesadilla? —susurra esa voz melancólica y a su vez dulce que durante mi infancia susurraba nanas a mi oído con el objetivo de calmar mis sollozos.
—Esta vez fue diferente…
— ¿Diferente? ¿A qué te refieres?
Ojalá pudiera responderle esas interrogantes, pero aún me encuentro buscando una explicación coherente al sueño del que acabo de despertar hace unos minutos.
—Alexandra…
Me levanto con cuidado de la cama y dirijo mis pasos hacia la ventana en mi habitación.
Si tan solo pudiera comprender el sueño.
Un escalofrío se extiende por mis extremidades. Algo va mal. Tengo esta sensación de que…
— ¿Alguna vez has sentido miedo?—digo en un intento de comprender la maraña de sensaciones que se expande por todo mi cuerpo; aprovecho para analizar las líneas que conforman el paisaje, los variados matices que se entremezclan conformando algo extraordinario.
Un dolor intenso estremece todo mi cuerpo logrando que deje a un lado mi divagación sobre el paisaje en un intento de ignorar la sensación tan caótica que tiene lugar en mí. Siento como comienzo a debilitarme, mis piernas no me responden logrando que caiga de rodillas en el macizo y frío suelo de mi habitación.
¡Por todos los dioses! ¿Qué es esta sensación?
— ¡Ayuda! —Grita mi antigua nodriza—. Alexandra, respira profundo. No cierres los ojos, por favor.
Eso es lo último que logro escuchar antes de caer en un profundo pozo de oscuridad.
