Capítulo XII

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Rayzko

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Rayzko

Tomo el inconsciente cuerpo de Alexandra entre mis brazos y me dirijo lo más rápido que puedo hacia la enfermería. Con cada paso que doy siento las miradas de cada soldado apostado por todo el castillo. Durante estos días en el reino de Zirevia he sido vigilado de cerca por la guardia del rey Dimitriou desde las sombras.

Antes de darme cuenta ya me encuentro entrando en la enfermería, observando como una expresión de terror se impregna en el rostro de la enfermera.

— ¿Cómo sucedió? —dice ayudándome a terminar de colocarla en una camilla.

—Se puso en pie para beber un poco de agua cuando cayó al suelo inconsciente —respondo mientras ella escucha atenta y responde con un asentimiento.

—Necesito que salga de la habitación para atender a la paciente —dice.

Salgo de la enfermería chocando con el rey. Su semblante es una máscara que no deja entrever ninguna emoción. Se acerca a mí y me susurra:

—Espero que no estés involucrado en esto que le sucedió a mi hija —se detiene unos segundos antes de proseguir—, porque te haré llegar en pedazos a Drosrovia como regalo a tu monarca, Eintrygson.

—En vez de estar preocupándose por mí sea más perspicaz con los que son de su confianza—murmuro alejándome de él hacia los establos.

Al llegar a las caballerizas monto el caballo y me alejo lo más rápido que puedo de este castillo en el que siento que en cualquier momento voy a estallar de un momento a otro.

Con cada trote siento que el peso que me oprime comienza a disminuir. Intento dejar de pensar en el pasado y mantener los recuerdos enterrados en mi mente sin oportunidad de resurgir nuevamente.

Años antes.

— ¿Rayzko? —Me acerco hacia donde se encuentra mi madre. Comienza a acariciar mi cabello mientras susurra una dulce melodía. —Eres un gran niño algún día serás un hombre de bien.

—Madre —susurro con el miedo filtrándose en mi voz—. ¿Nos encontraron, nos han encontrado los hombres de negro?

Sonríe acercando mi pequeño cuerpo a ella intentando calmar mis sollozos.

—Todo va a estar bien.

— ¿Me lo prometes? —digo secando mis mejillas.

—Te lo prometo, pero deja de llorar pequeño.

— ¿Y si te pasa algo malo? —Digo entre sollozos—. No quiero perderte madre.

—No lo vas a hacer pequeño, y si sucede puedes estar seguro que te acompañaré en cada paso que des. Nunca estarás solo —dijo con una sonrisa mientras que una lágrima se deslizaba por su mejilla.

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⏰ Dernière mise à jour : Mar 13 ⏰

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Sangre en la oscuridad (Tormenta de sombras y cenizas Parte I)#PGP2024Où les histoires vivent. Découvrez maintenant