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Huir de la furia de los padres de Arabella, era como detener a un dragón, prácticamente era imposible. Y aunque ignorará las cartas que le llegaban de parte de sus padres, no podía evitar sentir los nervios y la sensación de que sus pulmones le impedían respirar.  Así que en el Gran Comedor, finalmente decidió leer una carta, de las veinticinco, que le habían llegado en tan solo unos días.

Eran cartas, pues a la familia Ohardy no le convenia enviar un bociferador, eso mancharia su perfecta reputación. Así que aquella carta, decía:

Arabella:

Agradece que estas en Hogwarts y que muy pocas veces se permite acceder al colegio. Hemos enviado cartas al director para que nos permita hablar contigo, pero nos impidió el acceso. Sin embargo, nos dejo enviarte cartas y queremos saber, ¿Por qué demonios te enlistaste al Torneo? ¿Tienes mierda en la cabeza? Anula todo lo que tengas para entrar a ese maldito torneo o nosotros te sacaremos a la fuerza.

No tenemos palabras para decirte lo mucho que nos decepciona que seas así, ¿Que hemos hecho para que nos hagas esto?

Nos enteramos por El Profeta y es obvio que nuestra reputación tuvo repercusiónes, sobre todo por la firbola sonrisa que tienes en la foto, así que recapacita y sal de ese maldito torneo y deja de ignorar nuestras cartas.

Att. Familia Ohardy.

Pd: Si quieres que las cosas estén mejor y no te ocurra nada cuando vuelvas a casa, sal de ahí.

Y una vez termino de leer la carta, esta misma comenzó a lanzar chispas y se autodestruyó incendiandose, para luego solo dejar cenizas, sin dejar pruebas. Era obvio que la familia Ohardy se lo tomaba enserió y no quería que la carta fuese expuesta, así que puso un maleficio de autodestrucción en la carta.

—Que adorables.—Murmuro Arabella. Segundos después, tomó un pedazo de pergamino maltratado de su mochila, tomó su pluma y escribió: "No puedo, firme un contrato mágico. No pueden hacer nada."

Le hizo un pequeño dibujo de algo que parecía una cara triste, la amarro a la pata de la lechuza que había traído la carta y ambas se fueron de ahí.

Y aunque Arabella tuviera un semblante inmutable, por dentro sentia miedo y regreso al baño a hacer lo que siempre hacía cada que se estresaba. No le gustaba lastimarse, lo detestaba, pero era la única manera que encontró de liberar su estrés a tal punto que se volvió una obsesión.

Lo que no esperaba, es que al salir, estarían discutiendo dos personas que reconoció por su voz, sobre todo porque uno arrastraba las palabras con desdén.

—¿Que hace usted aquí?—Decía la voz de Draco.—Es el baño de chicas, yo estoy esperando a mi amiga, necesito hablar con ella y claramente soy más importante que usted.

—Créeme, no me interesa que tan importante seas, tengo que hablar con Ohardy sobre el torneo.—Le decía la voz del profesor Moody.

—Cualquier cosa que ella necesite saber se la informara el profesor Severus Snape, usted no tiene nada que ver aquí.

—Es sobre el torneo, ¿Que acaso no te importa?

—Ella no estará segura con usted luego de que me defendió y lo amenazó. No confío en usted y de seguro ella tampoco.—Espeto Draco furioso.

Desafortunadamente, Moody ya había notado a Arabella escuchando la conversación desde los baños.

—Entonces que ella decida.—Carraspeo Moody.—Que me acompañe o vaya con usted. Pues nos está escuchando, ¿No es así, Ohardy?

《 E f e c t o  M a r i p o s a . 》Where stories live. Discover now