Capítulo Quince

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Ethan, dejó que su madre lo apretujara un poco mientras su padre, sus hermanas, su sobrina y sus cuñados entraban en su casa.

Al final el sorteo de ese año, había dado como lugar de reunión, su hogar. Ethan había planeado trabajar aquellas fiestas, no se sentía demasiado animado como festejar nada.

Pero en ese momento estaba contento de haber desistido de aquello bajo la amenaza de su hermana melliza. Sería divertido, se dijo. Colin estaba allí, y su amista con él se había fortalecido en el último tiempo desde que se convirtió en su cuñado.

Colin palmeó su hombro cuando salieron a la parte cerrada del jardín que Ethan había logrado armar el mes pasado. Allí la mesa estaba preparada para todos los que eran, y su madre había comenzado a poner cada deliciosa comida que había traído preparada.

—¿Por qué tan serio? —le preguntó su amigo —Tú te comportas como un niño en estas fiestas.

Ethan sonrió levemente y se encogió de hombros. Colin tenía razón. A él le encantaban esas fechas, amaba la navidad. Le gustaba la nieve. La magia y alegría que todo el mundo parecía tener. Aunque en sí también eran las fechas de más trabajo para los bomberos.

—No sé... estoy contento. Estoy bien —le aseguró.

—Pues díselo a tu cara, amigo —bromeó. Entonces miró hacia lo lejos, a la valla blanca que separaba el jardín de Ethan del de la vecina —¿Sigues pensando en la vecina?

—Sigo pensando en la encantadora vecina —suspiró y le dio un trago al vaso con sidra que su hermana Sam le acababa de alcanzar —Maldita sea, no quiero seguir pensando en ella.

—Nunca te había visto así —dijo con preocupación —¿Qué te ha hecho esa bruja con bonitas piernas? Desde la primera vez que la vi supe que era malvada.

—Eso lo dices porque te rechazó a primera mano —le dijo divertido —Pero no, ella no me ha embrujado, Colin. Ella y yo fuimos hechos el uno para el otro.

—Entonces deberías seguir luchando —ambos se giraron ante la gruesa voz de Bob.

—Papá, no te tenía de los que escuchan conversaciones a hurtadillas.

—No lo soy, hijo —se acercó más a ellos —Pero escuché lo último. Si la quieres, lucha por ella.

—Ella no está interesada —volvió la vista a la valla. Extrañaba tenerla con él, saber que podía besarla, que podía abrazarla, que podían hacer el amor en donde sea.

—¿Seguro? —inquirió Colin —Según Nick, por lo que Libby le ha dicho, Cassie está hecha un lío desde que terminaron.

—¡Por favor, vengan que la cena ya está lista! —gritó Susan.

Ellos se acercaron rápidamente. Ethan dejó de pensar en Cassie y en la conversación que se había tornado interesante. Pero ahora importaba aquello, su familia estaba allí y solo tenía que pensar en pasarlo bien.

Las doce se aproximaron rápidamente. Todos salieron a la entrada principal para ver los fuegos artificiales. Ethan había mandado a sedar a Albus para que no sufría por ello.

La cuenta regresiva comenzó.

—Diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno... ¡Feliz Navidad!

El cielo comenzó a teñirse de sonidos y colores. Ellos se abrazaron y desearon felicidades. Ethan se sorprendió al ver como la puerta de la casa de Cassie se abría y ella salía junto a su familia. A la distancia sus ojos se encontraron. Él quiso correr hacia ella, quiso ir, arrodillarse e implorarle que lo aceptara, que lo quisiera. Porque cada día que pasaba sin ella se sentía miserable, vacío. Pero se quedó allí, conteniéndose, porque no podía cambiar lo que ella quería. Simplemente le entregó una pequeña sonrisa, y ella se la devolvió.

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