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Su respiración se atasca en su garganta mientras arrastra los pies por el pasillo. ¿Los pasos suenan más fuerte? ¿Está siendo demasiado ruidosa? Un soldado pasa rápidamente por la derecha y la saluda como es común. Leah no respira y pega su espalda a la pared con la cabeza también. Los ojos cerrados mientras trata de calmarse. Cuando los abre mira a su alrededor, el pasillo largo se extiende hasta el final y sigue doblando pero la habitación del Capitán John Price está justo a cuatro puertas desde donde está.

Joder, joder.

Toma otro respiro.

Solo es trabajo, maldita sea.

Otro respiro y mueve los pies de nuevo, uno delante del otro como si tuviera más de 30 libras en cada muslo. Esto se siente peor que correr una colina cuesta arriba una noche de lluvia mientras tienes que intentar salvarte a ti mismo. El pensamiento la hace sonreír cuando llega a la puerta con el nombre de "Capitán Price" con letras doradas.

Ella toca la madera de la puerta dos veces. No respira pero está ahí, arriesgándose a todo. Nunca, en todos los años ha estado ahí, parada en la puerta de John Price esperando que abra o... lo que sea.

—¡Está abierto! ¡Pasa! — el grito suena como los que él hace cuando le grita a los cadetes nuevos o como una risa estruendosa mientras habla de algo con Gaz.

Leah frunce el ceño y gira el pomo de la puerta abriéndola lentamente.

La habitación está a oscuras excepto por la pantalla de la laptop sobre el pequeño escritorio a los pies de la cama.

—Pasa, pasa — lo escucha decir. Leah tarda en acostumbrar sus ojos a la oscuridad y verlo, ahí, hundido en el asiento frente al escritorio. Su figura se dibuja como sombra por la luz frente a su rostro de la pantalla.

Ella avanza después de cerrar la puerta y se acerca al borde de la mesa procurando mantener una expresión profesional. Pero la lucha es terrible dentro de su corazón. Porque pocas veces a visto a John en un estado deplorable como en el que lo ve ahora, lo que la hace sentir ganas de abrazarlo, sentarse en su regazo y abrazarlo hasta que su cuerpo tenso se relaje y ponga sus manos sobre su espalda, rindiendose a la necesidad de querer cariño.

—Siéntate — él murmura. Los ojos en la pantalla y en las manos un vaso de Whisky que Leah huele, es Escoces. Pero ella no se queda mirando el vaso si no la imagen de él, apoyado contra el respaldo de la silla, con la camisa abierta y el pecho al descubierto.

Incluso a través de la luz de la pantalla que pareciera no iluminar nada, Leah puede ver algunas cicatrices en sus pectorales enormes y algunos bellos en medio que desaparecen mientras van bajando.

Sigue sus instintos cuerdos todo lo que puede y toma una silla que ve por el rabillo del ojo arrastrandola junto al escritorio al lado de John.

Ella mira su informe junto a la laptop de John y luego lo vuelve a mirar a los ojos, encontrándose con que los azules ojos de John están sobre ella.

—Entonces — ella se aclara la garganta en un intento inutil para calmarse y se esfuerza y pone todo de sí para no bajar sus ojos de los de John y ver su duro... y ancho pecho — Leiste el informe.

—Lo lei, muy útil — John toma un trago de Whisky mientras la mira — pero asumo que sabías que... — John traga mientras aparta el vaso de sus labios y se los lame como si no quisiera desperdiciar ni una gota del Whisky. Casi quiere sonreír al ver las mejillas de Leah tan rojas con la sangre en su rostro, como si estuviera retorciéndose bajo el peso de su mirada, luchando por algo interno —.

—¿Asumir qué? — ella apoya un brazo sobre la mesa tomando el informe, solo para tener una cosa que hacer mientras él la mira así —.

—¿Quieres que lo diga? — Leah lo mira y él ladea la cabeza mientras continúa mirándola, sus ojos revolotean sobre ella en un vaivén que la hacen sentir mareada.

𝑨𝑫𝑶𝑹𝑬 𝒀𝑶𝑼 ➝ 𝑱𝑶𝑯𝑵 𝑷𝑹𝑰𝑪𝑬Where stories live. Discover now