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Leah no sabe cuanto ha caminado, pero no siente las piernas mientras sigue haciéndolo, tratandohh de seguirle el paso a John preguntándose si el no estará cansado, aunque puede ver que evidentemente jadea con el paso de los minutos mucho más que a...

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Leah no sabe cuanto ha caminado, pero no siente las piernas mientras sigue haciéndolo, tratandohh de seguirle el paso a John preguntándose si el no estará cansado, aunque puede ver que evidentemente jadea con el paso de los minutos mucho más que antes.

Se trata de concentrar, sus manos sosteniendo su arma mientras lo sigue en silencio. Es evidente que se han separado del grupo y que se siente desorientada, que si no fuera porque John va delante de ella, estaría haciéndose un ovillo en el suelo dejándose morir. Muerta de frío.

Las malditas radios no funcionan y están en medio de un bosque de mierda en un país en el que nunca antes había estado. La falta de señal ha hecho que John casi rompa las radios de emergencia que tenían en la mochila. Y para hacerlo peor, el frío se ha puesto bravo. La nieve comenzó a caer hace un buen rato y cada paso es un dolor en los huesos que la hace estremecer.

Y sin embargo, mientras lo sigue ella está pensando en el beso de John. En el que no ha podido dejar de pensar desde esa noche y ahora que estaban varados en medio de la nada, se preguntaba si él iba a seguir con esa actitud de Capitan todo el tiempo o iba a venir a abrazarla para darle calor y besarla.

—Hay un río al sur — murmura John caminando con la vista al frente — debería haber algo de cobertura o... — se vuelve sobre su hombro para mirar a Leah y al verla se detiene en seco. Su expresión refleja la preocupación mezclada con suavidad —.

—Sí — Leah responde mirando como sus pies comienzan a dejar huella por la nieve que se está acumulando, una ráfaga de viendo los envuelve y Leah tiene que abrazarse a sí misma con los ojos cerrados para tolerar el frío que cada vez tolera menos, de hecho, está temblando y a pesar de los guantes siente los dedos de las manos y de los pies más helados que los de un pingüino —o quizás encontrar un refugio o algo, lo que sea —.

John se detiene provocando que Leah choque contra su pecho y se tambalee hacia atrás pero él la agarra del brazo. Su ceño está ligeramente fruncido, sus ojos azules clavados en los de ella, su voz a penas es un susurro.

—Ven aquí — John la tira hacia su cuerpo. La abraza y le frota los brazos y la espalda tratando de darle algún tipo de calor. Leah cierra los ojos ante la comodidad y la sensación —.

—Aunque esto me gusta mucho, creo que deberíamos seguir adelante —.

El toque entre ambos es eléctrico, intimo. Las manos de John suben y bajan por su espalda. Sus dedos acariciándola, como si eso sirviera de algo o solo es una excusa tonta para tenerla cerca. Leah levanta la mirada hacia él. Su mirada es penetrante sobre ella.

—Necesitas calor. Puedes confiar en mi para eso — susurra apretándola más contra sí.

Leah se apoya en su pecho, por unos segundos parece que deja de temblar. Sus brazos son ridículamente grandes y fuertes y la protegen del frío.

𝑨𝑫𝑶𝑹𝑬 𝒀𝑶𝑼 ➝ 𝑱𝑶𝑯𝑵 𝑷𝑹𝑰𝑪𝑬Where stories live. Discover now