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(...)

Tres meses después.

La noria gira como es costumbre, la gente pasea alrededor como es costumbre y Leah está ahí, sentada en una banca mirando el London Eye girar, con los dedos de una mano haciendo girar su collar de margarita, mientras que con la otra sostiene el teléfono en la mano, hablando con su mamá.

—... Le dije, le advertí que tuviera cuidado pero sabes como es tu papá, no escucha lo que le digo y luego anda llorando diciendo que yo tenía razón —.

—Sí, lo sé —.

—Leah cielo ¿Segura que estás bien? ¿No ha pasado algo de lo que me deba preocupar? Sabes que puedes volver a casa cuando quieras y...

—Mamá, conocí a un chico — su pecho se aprieta pero sus labios esbozan una sonrisa — un hombre, de hecho.

—¿Y por eso te escuchas como si...? ay Dios... —.

—No mamá — Leah frunce las cejas — no ha... mira, solo quiero que sepas que — entrecierra los ojos por un momento — estoy bien ¿Si? Solo quiero que sepas que estoy bien y que...

—¿Hace cuanto cariño? —

Demonios, su mamá era tan inquisitiva.

—Casi cuatro meses —.

—¿Y es soldado, no? —.

—Bueno... — se mordisquea el labio — algo así.

—¿Algo así? — puede imaginarla enarcando las cejas —.

—Mamá —.

—¿Soldado o qué? —.

—Mamá, en serio tengo diez minutos más y debo volver a la oficina.

—Leah Meredith — ella rueda los ojos —.

—Estoy bien mamá, soy feliz con él ¿Si? te contaré más otro día — toma un respiro cuando siente vibrar su teléfono con un mensaje de Laswell diciendole que vaya pronto a la oficina — ahora en serio me tengo que ir —.

—No está ahí, ¿No? Está en la guerra en algún lado y por eso estás así — Leah se levanta sin saber que decir — Hija, cielo. Estoy lejos de ti pero te veo y te puedo leer incluso a través del teléfono ¿Sabes?

𝑨𝑫𝑶𝑹𝑬 𝒀𝑶𝑼 ➝ 𝑱𝑶𝑯𝑵 𝑷𝑹𝑰𝑪𝑬Where stories live. Discover now