28.

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— Te ves pálida amiga —Dijo en el instante que cruzó la puerta para entrar a mi casa, puso su mano en mi frente para asegurarse que no tuviera fiebre o algo—.

Me quedé callada con la mirada fija en el suelo viendo el tapete de la entrada como si jamás lo hubiera visto antes, los pies de Lucia de atravesaron dando pasos hacia delante acercándose más a mi.

— Liv ¿estás bien? —Su voz era de preocupación como si se tratara de mi madre, que en estos momentos si que necesitaba, levanté la vista encontrándome con su rostro confundido—.

— La verdad no —Dije ya con el nudo en la garganta, en cualquier instante saldría el llanto sin parar pero ya no me importaba— Es por Tom —.

El solo pronunciar su nombre me dolía en el alma más de lo que llegué a pensar.

— ¿Qué pasa con Tom? —Preguntó con miedo en su voz nerviosa de lo que pudiera decirle—.

— Vamos a mi habitación, ahí te contaré todo —.

Subimos a paso lento sin decir nada lo cual agradecí internamente pero sabía que mi amiga se moría por querer saber cuanto antes que pasaba.

Cuando entramos cerré la puerta detrás de mi tomando una bocanada de aire preparándome mentalmente para soltar todo y poder desahogarme sin perder la cabeza.

Me senté junto a ella en la cama y en cuestión de segundos comencé a llorar desconsoladamente con mis manos sobre mis cara tratando de cubrirla, me sentía tan frágil e insignificante que hasta daba vergüenza.

— Hey tranquila —Dijo pasando su brazo por detrás de mi espalda atrayéndome más cerca para abrazarme de lado mientras yo solo sollozaba cada vez más— Cuéntame qué pasa Liv —.

— Mi abuela quiere llevarme a Los Ángeles —Contesté con voz entre cortada aun con las manos sobre mi rostro, las palabras parecían quemarme al momento de salir por mi garganta —.

— Eso es grandioso —Dijo emocionada obviamente sin entender por qué estaba triste entonces, me incorporé para mirarla y frunció el ceño al instante—.

— A vivir —Dije negando con la cabeza—.

— ¿Qué? —Se tapó la boca con la mano por la impresión y sus ojos se abrieron exageradamente— ¿Pero por qué? —.

— No lo se pero mañana va a llevarme a vivir con ella en Los Ángeles —Me reí amargamente cerrando los ojos recordando aquel momento— Y lo peor es que Tom ni siquiera se negó —.

— ¿Estás hablando en serio? —.

Ojalá mintiera.

— No es mi responsabilidad cuidarte así que... es mejor que te vayas con ella —Dije repitiendo sus mismas palabras fallando a la mitad por culpa del llanto—.

Dolía tanto que seguía sin creer que él me haya dicho todo eso después de lo que pasamos, sus palabras y comportamientos siempre me parecieron sinceros, incluso la vez que estuvimos juntos se sintió tan real esa conexión y no solo sexualmente.

— Maldito infeliz —Dijo furiosa parándose de la cama para estar de pie frente a mi— ¿Cómo se atreve a decirte algo así? —.

— Ni siquiera yo lo sé —Las lagrimas continuaban saliendo sin descansar mojando ya en este punto todo mi rostro, probablemente mi cara ya estaba hinchada de tanto llorar— Apenas hace unos días me regaló un collar donde... donde decía que me quería —.

Sollocé sintiendo cada vez más dolor en cuanto hablaba de nosotros, no había nada en el mundo que me hiciera desaparecer este sentimiento tan feo.

¿Por qué cambió de la noche a la mañana?

𝒟𝒶𝒹𝒹𝓎  {Tom Kaulitz}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora