Introducción

32 4 0
                                    

—¿Para qué te había citado Chloe? —pregunta Lynn al mismo tiempo que suelta su taza de café, como si necesitara hacerlo para ponerme atención

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Para qué te había citado Chloe? —pregunta Lynn al mismo tiempo que suelta su taza de café, como si necesitara hacerlo para ponerme atención.

—Ni la menor puta idea —Le soy sincera, mientras me encojo de hombros—. Pero citó a toda la banda, así que espero que sea importante.

—Creo que lo es —pronuncia con bastante seguridad, tanta que me sorprende. No parece una creencia, sino que acaba de ver el futuro.

—¿Cómo sabes?

—Lo sé y ya. Y yo siempre tengo razón —declara mientras sonríe; una sonrisa de triunfo, de esas que se le ven hermosas.

Imito esa sonrisa, mas la mía es una señal de ternura que espero se note.

—Te voy a creer —hablo al mismo tiempo que camino hacia la puerta, dispuesta a abrirla.

—¡Espera! —escucho gritar a Lynn, y casi en el mismo momento, escucho también sus pisadas rápidas sobre el suelo de madera.

Cuando llega hacia mí, me abraza fuerte y me besa el hombro por encima de la ropa. Yo le coloco los dedos en la barbilla y aplico fuerza para acercar su rostro al mío, nuestros labios chocando en un beso que pretendía que fuera fugaz, mas termina durando al menos medio minuto. Me quedo unos cuantos segundos más mirando sus ojos y acariciándole el pelo antes de separarme.

—Me tengo que ir; ya se me va a hacer tarde —murmuro, sacando el celular de mi bolsillo para mirar la hora; falta un minuto para las diez y media.

—Sí, perdón —murmura Lynn, oyéndose en serio arrepentida. Busco decirle que no se sienta mal, pero apenas abro la boca, ella pronuncia palabra de nuevo—: Suerte.

—Gracias, amor —pronuncio, sonriendo de forma involuntaria.

Abro la puerta y Lynn la cierra por mí una vez que termino de cruzar. Doy vuelta hacia la izquierda, dirigiéndome a la casa de Chloe, que está a unas dos calles de la mía. Vuelvo a mirar la hora en mi teléfono y me echo a correr; la reunión empieza en diez minutos, pero siempre quiero llegar temprano. Y si de verdad Chloe nos habló para algo importante, en esta ocasión tengo todavía más ganas de estar allí antes de tiempo.

—Llegas temprano —Me señala la chica una vez llego a su casa, y por alguna razón, me sorprendo por ese hecho. Se ríe ante mi expresión y me hace la seña para entrar a su casa—. Si quieres te sirvo café en lo que llegan los demás.

—Uy, sí —pronuncio con rapidez, emocionada—. Gracias por recordar que dependo de esa cosa.

—No es nada —pronuncia, entre risas—; te sirvo en un momento —habla, sonriente, y procede a adentrarse en la cocina. Yo me siento en el comedor, en una de esas sillas que son incómodamente altas, y empiezo a balancear los pies.

El timbre suena, captando la atención de mi amiga, que mira hacia la entrada y luego hacia mí.

—¿Abres tú? —Me pide el favor.

Un beso y nuestra canciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora