12 - No es sobre tí

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El sol está en lo alto, y su luz se refleja en los suelos de Nashville; los hace ver de un amarillo opaco, como si tuvieran un filtro sepia, y al mismo tiempo lucen tan brillantes que lastiman los ojos

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El sol está en lo alto, y su luz se refleja en los suelos de Nashville; los hace ver de un amarillo opaco, como si tuvieran un filtro sepia, y al mismo tiempo lucen tan brillantes que lastiman los ojos. Desvío la mirada, la fijo hacia enfrente mío, pero entonces los rayos se reflejan, de una forma aún más molesta, en el metal de la van. Aprieto los ojos, y por algún instinto que no entiendo, también la mandíbula.

Vuelvo a mirar hacia el suelo; de nuevo es molesto, pero al menos es un poco mejor; me ayuda a subir las escaleras del camión cómodamente, para así abrir la puerta y entrar al vehículo.

Dejo mi mochila en uno de los asientos, y luego me coloco en el de al lado. Saco mi laptop y la coloco sobre mis muslos al mismo tiempo que la abro. Espero un minuto a que la pantalla se encienda, y luego otro más a que la pantalla de inicio se cargue por completo; después ingreso mi PIN y abro Skype. Le digo a Lynn que estoy libre, y la imagino leyendo ese mensaje, sonriendo de inmediato, con los ojos brillantes, y luego abandonando unos cupcakes dentro del horno para abrir su propia laptop e iniciar una llamada.

No puedo ver si lo hace o no, pero no tardo mucho en recibir de vuelta una carita feliz, con la boca abierta, ni en escuchar un tono de llamada. Contesto y me acomodo mejor en el asiento, apoyando la espalda totalmente en el respaldo, acolchado y tan cómodo que me veo en la necesidad de suspirar.

—Muy bonito ver tu blusa —pronuncia Lynn en un tono que me parece coqueto, y que al mismo tiempo tiene una emoción indescifrable.

—Mierda, ¿no apagué la cámara? —pregunté, sin haberlo pensado antes.

—No —dice Lynn, de forma ligera y amigable; suena incluso feliz, como si mi comentario le ocasionara cierta gracia, a diferencia de lo que yo había pensado—. Y eso está muy bien; me encanta verte, incluso si es solamente tu ropa. Te vistes bien.

—Perdón —digo, entre unas pocas risas, y alzo la laptop, intentando ponerla en algún punto en el cual se vea mi cara, y en el cual no pueda caerse. Me tardo apenas unos segundos en descubrir que en realidad ese punto no existe. Suspiro mientras dejo la laptop a un lado de donde estoy, para luego levantarme del asiento y dejar el aparato justo donde yo estaba antes, volteando hacia el sillón a su lado izquierdo, donde me siento yo, mirando a la pantalla. Mi cara está allí, y solo entonces noto lo cansada que me veo.

—¿Dormiste bien? —pregunta Lynn entonces, justo en el momento en el que empiezo a temer que cuestione aquello. Trago saliva al mismo tiempo que me decido a decir la verdad; no puedo escapar de ese deber.

—No; estuve trabajando en algo anoche. Bueno, en realidad fue en la madrugada de hoy; empecé como a medianoche y me mantuve despierta hasta las... Mierda, las tres de la mañana.

Lynn enciende la cámara y la veo morderse el labio mientras mira directo a la lente; siento como si estuviera justo adelante de mí, mirándome a los ojos, de una forma intensa, tan hermosa como aterradora; se siente como lo que es: Un regaño y un cuidado a la vez. Reconoce que no he tomado una buena decisión, pero no me hace sentir mal sobre ello; simplemente se enternece y espera a que mi estado mejore.

Un beso y nuestra canciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora