23 - Un beso y nuestra canción

17 3 10
                                    

Es el día ocho de agosto; falta mucho para que termine el verano, pero nuestro tour está a punto de tener ya un fin; muchas cosas en mi vida están a punto de tenerlo

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Es el día ocho de agosto; falta mucho para que termine el verano, pero nuestro tour está a punto de tener ya un fin; muchas cosas en mi vida están a punto de tenerlo. Tal como pensé que ocurriría en este día, me encuentro inquieta viendo el número de kilómetros en la carretera; antes creí que sería por emoción, por unas ganas intensas de volver a casa; de pisar un escenario en una ciudad conocida, de volver a tomar el café de mi cafetera, de tocar de nuevo mi cama y tocar de nuevo a Lynn, en todos los sentidos posibles, pero ahora estoy inquieta y nauseabunda porque esta es la cuenta regresiva hacia el momento en el que me enfrentaré a las consecuencias de mis acciones.

Me enfrentaré a la pérdida de mi matrimonio.

Me enfrentaré, quizá, al rechazo de mucha gente al contar la verdad.

Me enfrentaré, definitivamente, a un futuro incierto. Y jamás me ha gustado lo incierto, pero quizá todo debe de ser así; ¿qué es de la vida cuando no existen las dudas? ¿Qué es de la vida cuando todo está seguro?

Es tranquilo y al mismo tiempo abrumador. Tan abrumador como ver cada vez más reducidos los kilómetros que faltan para volver a Phoenix. Tan abrumador como empezar a ver edificios y locales y poder reconocer cada uno de ellos. Tan abrumador como por fin ver la carretera terminar.

Tan abrumador como reconocer que tengo un futuro y un presente que debe ser arreglado.

Mierda...

Sigo maldiciendo en mi mente hasta la llegada a Encanto Park; terminamos nuestro último viaje en el mismo lugar en el que empezamos el primero, junto al mismo árbol y la misma grieta en el pavimento, sin arreglo alguno, completamente intacta.

El viaje termina justo frente al coche de Lynn, que está aferrada al volante mientras me espera en el asiento del conductor; me mira con una sonrisa enorme y los ojos brillantes. Me mira como si fuera lo mejor que le hubiera pasado en la vida, como si no estuviera a punto de arruinarle varios días con unas pocas frases.

Y es lo lógico, ella no lo sabe, no tiene forma de saberlo; lo único que podría delatarme sería el llanto que me quiere salir... Pero no lloro; reconozco que no debo hacerlo, reconozco que hacerlo solo causaría que hablara de más, justo lo que no debo hacer. Aún no es momento; en unos minutos lo será.

Y esos minutos se van acabando mientras recojo mi mochila y mi maleta de la cajuela, mientras saco mi bajo de allí y me lo cuelgo al hombro, mientras abrazo a todos y les deseo lo mejor como si no fuéramos a vernos en un largo tiempo, mientras Mason y yo pretendemos estar normales al acariciarnos el pelo mutuamente, como si ese gesto no dijera ya demasiado. Mientras por fin arrastro mi equipaje hacia el coche y lo guardo.

Mientras abro la puerta del carro y miro a Lynn, que sigue viéndose feliz, realmente alegre de que haya vuelto, que sigue sin tener ni la menor puta idea de lo que está ocurriendo o de aquello que estoy sintiendo.

Me siento a su lado y la miro; intento sonreír y creo que nota lo forzado que es el gesto. Se preocupa y no arranca, solo me acaricia el rostro mientras me mira con los ojos llenos de lágrimas, quizás aún sin entender qué es lo que está ocurriendo, pero sabiendo que es algo grande, algo que me destruye, algo que definitivamente la va a afectar a ella también. Lo reconoce, le teme, y al mismo tiempo se muestra valiente y me acaricia.

Un beso y nuestra canciónWhere stories live. Discover now