Capítulo 5

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Podría haberse ido, volver otro día o en otro momento, esperar en una cafetería cercana o... Había miles de cosas que podría haber hecho, pero no lo hizo, solo se quedó ahí de pie, frente a la puerta de ese restaurante, incapaz de moverse; puede que, de intentar dar un paso; la poca estabilidad reunida en ese instante se evaporara.

Practicó un elocuente discurso durante el trayecto en tren; uno en el que no figuraban reproches, ni insultos, ni culpas de ningún tipo. Cuatro frases neutras para exponer la situación y le daría los papeles. En el bolsillo pequeño de la mochila había metido tres bolígrafos y los tres pintaban a la perfección, todos habían sido minuciosamente comprobados. No pensaba estar ahí ni un segundo más de lo estrictamente necesario. Entrar, soltar su discurso, que él firmara la renuncia y olvidarse del tema. No volver a ver a ese bastardo nunca más.

El problema se originó al verlo llegar. Lo primero que pensó Barcode fue en cuán tópica había sido su hermana Creamy. Jeff era alto, debía de rozar el metro noventa, apesar de parecer más bajito, aseguraba que debía practicar algún deporte. Tenía el pelo oscuro, como la noche, era el mismo tono de pelo de Arthit, y cuando ese pensamiento cruzó su mente, Barcode se sintió mucho más molesto con ese hombre. La cosa no mejoró en absoluto cuando comprobó que los ojos de ese tipo, de un castaño claro y sincero, también eran como los de su sobrino. Barcode sintió cómo la rabia crecía en su interior. Ese imbécil era atractivo de un modo insultante.

Lo siguió hasta el despacho, ¡el muy idiota pensaba que estaba ahí por una entrevista de trabajo! Barcode dijo su nombre despacio, remarcando con énfasis el apellido, el mismo apellido que compartía con su hermana Creamy, el mismo apellido que la chica a la que había dejado embarazada cinco años atrás. Pero el señor Satur pareció no inmutarse. La ira lo invadió por todo el cuerpo, de dentro a fuera, lo sintió hasta doloroso, como un parásito abriéndose paso a mordiscos a través de su piel. No podía más, tenía que salir de allí antes de terminar haciendo algo de lo que se arrepintiera. Así que, con rapidez y gran autocontrol, volvió al plan inicial: sacó de la mochila los papeles que el abogado había preparado para él. Los dejó sobre la mesa, junto a uno de los bolígrafos.

—¿Qué se supone que es? —inquirió Jeff, sentándose de nuevo tras la mesa y agarrando los papeles. "Siete, ocho, nueve...", contaba mentalmente, para distraerse. Solo quería que los firmara y poder salir de allí con dignidad y sin una denuncia por agresión, solo eso. Empezaba a arrepentirse de haber ido a este sitio, verlo ahora lo hacía real. Hasta el momento había sido un ente incorpóreo, sin cuerpo ni cara, simplemente el semen que fecundó el óvulo de Creamy. Nunca se había parado a pensarlo mucho más allá: a quién se parecía Arthit, de dónde había sacado ese pelo tan fino y oscuro, o esos impresionantes ojos castaños tan bonitos... Ahora que tenía al padre delante, era como si le hubieran dado una patada en el estómago.

—Firma —repitió Barcode, y en esa sola palabra usó todas las fuerzas que le quedaban para no terminar provocando un desastre en ese despacho.

—Espera un momento —dijo Jeff mirándolo, pero Barcode no supo identificar qué clase de mirada era esa, era como si ese marrón que había descubierto al principio se hubiera vuelto como el cielo en un día de tormenta, a un marrón fangoso. —¿Qué demonios se supone que es esto? Debe tratarse de un error —sentenció, empujando los papeles por encima de la mesa, alejándolos de él.

—El error fue follar sin condón y no querer saber nada de mi hermana después —soltó Barcode a bocajarro, sin saber muy bien de dónde estaba sacando tanta ira, supuso que esa valentía residía en todo el amor que sentía por ese niño que lo esperaba en casa.

Una serie de sonidos provenientes del comedor hicieron que ambos alzaran la mirada en dirección a la puerta que no tardó mucho en abrirse, dando paso a una mujer perfectamente: vestida, peinada y maquillada; que hizo que el gesto de Barcode se torciera, pues, con un solo vistazo, le pareció tan artificial como una muñeca de plástico.

Seamos una familia-JeffBarcodeWhere stories live. Discover now