Capítulo 6

167 30 8
                                    


No podía salir de su asombro. Quiso correr tras el chico, no obstante, en ese instante era como en esas películas de mafia: alguien había hundido sus pies en cemento y de un momento a otro lo lanzarían a un profundo lago. Sentía que se iba a ahogar, notaba cómo se encontraba anclado al suelo, sin poder moverse. Puede que no de manera literal, pero sí en todos esos pensamientos que se agrupaban en su mente uno tras otro, abriéndose paso a paso a empujones en su cerebro.

Primero pensó en Creamy, no podía creer que esa chica tan divertida y vivaz hubiera muerto. No sabía cuándo, ni cómo o por qué... De hecho, no veía a esa chica desde que se graduaron de la universidad, de eso hacía ya... La edad que tendría el crío. Lo que le llevó a ese segundo pensamiento: ¿un hijo? ¿Él? ¡Nunca le habían gustado los niños! ¿Por ese motivo Creamy no le había dicho nada? La última reflexión que lo golpeó fue para el chico que acababa de huir de allí. A pesar de que había terminado derretido en lágrimas, no podía ni imaginar el valor que había necesitado reunir para ir hasta allí a enfrentarlo cara a cara con el ánimo de entregar esos papeles.

—¡Después dices que yo soy dura! —se rió Ina, entrando en el despacho. —¿Qué le has dicho al pobre crío? ¡Lo has hecho llorar! —siguió con un tono tan jocoso que Jeff se sintió ofendido.

—Ahora no, Ina —gruñó, cogiendo los papeles de encima de la mesa. —Oye, tengo que irme, ¿te encargas tú de esto?

—¿Q-qué? —balbuceó Ina. — Pero si siempre quieres ser tú quien elige a los...

—Confío en ti —cortó Jeff su diatriba, saliendo del despacho.

—¡Oye! ¡Espera! —le pidió su hermana saliendo tras él. —¿Qué demonios pasa contigo? —preguntó, aunque su tono se asemejaba más a una exigencia. —¿Quién era ese?

La puerta de la calle se abrió una tercera vez y un sonriente Job entró, sacudiendo el paraguas antes de dejarlo en el paragüero, sin embargo, aún no había llegado a dejarlo cuando Jeff lo interceptó, agarrándolo del brazo, ignorando a su hermana y saliendo a la calle de manera apresurada.

—Eh, eh, eh, eh —decía Job, mientras lo arrastraban bajo la lluvia. —Pero ¿qué...?

—Necesito una copa —le aclaró Jeff.

—Eso está muy bien, pero trabajamos en un restaurante... —empezó a balbucear.

—Job —insistió Jeff, mirándolo con el semblante muy serio, mientras las gotas de lluvia empezaban a mojarlo.

—Vale, perdona... —respondió Job, abriendo el paraguas para cubrirlos a ambos. —Está bien... Vamos.

La cara de Job cambió por completo, no era habitual que Jeff se comportara de una manera tan impulsiva y extravagante, así que eso solo podía significar que algo había pasado, esperaba que nada malo.

Ambos amigos entraron en uno de los locales de primera línea de playa. Pidieron dos cervezas y esperaron a que se las sirvieran. Ninguno de los dos parecía dispuesto a romper ese silencio que se había creado entre ambos, pero después de que Jeff pagase considerablemente su consumición, casi bebiéndola de un trago, Job no pudo aguantar más y preguntó de forma directa qué era lo que estaba pasando, más que nada, porque empezaba a preocuparse.

Jeff empezó a hablar, sin embargo, tampoco era que pudiese explicarle mucho. Cuando su mejor amigo comenzó a hacerle preguntas, se dio cuenta de que no era capaz de responder a ninguna, pues en verdad sabía nada y menos, solo que un tal Barcode se había presentado allí y después todo estaba como brumoso. Job terminó de leer los documentos y los dejó en el centro de la mesa, justo en medio de las dos nuevas jarras de cerveza que acababan de pedir.

Seamos una familia-JeffBarcodeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora