c a p í t u l o 44

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— ¡Celine!

Por unos momentos, y debido a la desesperación del momento, Visión se permitió dejar de lado sus modales tan rectos. Su cuerpo ya estaba demasiado débil, así que todo esfuerzo de ponerse en pie resultaba en un fracaso. Con impotencia y el  coraje acumulandose en el centro de su pecho, sólo podía ver a su amiga recibiendo un ataque tras otro de parte de Corvus.

— ¡N-no...! —le advertía con dificultad. La enorme mano de aquel desagradable ser alrededor de su cuello le impedía hablar con normalidad, y más que nada, concentrarse lo suficiente para poder defenderse propiamente.

Pero Celine prefería eso a que Corvus terminara su trabajo con Visión. Al menos ganaría el tiempo suficiente hasta que los refuerzos pudieran llegar. Y ya habían tardado bastante.

— Peleas en vano. Morirás, al igual que él. —el agarre de Corvus comenzaba a hacerse más fuerte, era cuestión de unos cuántos segundos para que su vista terminara por nublarse, el aire esa cada vez más escaso.

Aunque lo verdaderamente alarmante fue cuando Corvus acerco su arma hasta su abdomen. Estaba disfrutando bastante ese pequeño juego de tortura que estaba ejerciendo sobre la chica.

— ¡Es a mi a quien quieres! —gritó Visión, en un intento desesperado por llamar su atención. Corvus lo miró un par de segundos y esbozó una sonrisa burlona mientras ejercía presión y la punta de la lanza comenzaba a penetrar la piel de Celine.— ¡No!

Steve se las habia ingeniado lo bastante para llegar antes de que pudiera causar una herida más profunda en ella. Derribó al alienígena liberando a la chica de su agarre. Cayó de rodillas en el suelo, llevando una mano hasta donde comenzaba a correr un hilo de sangre en su abdomen, mientras luchaba por recuperar el aire.

— ¡Váyanse de aquí! —ordenó el capitán— ¡Ahora!

Pero Celine aún se encontraba mareada y tratando de estabilizarse. Y si estuvieran en otra situación, quizá  podría recordarle que no estaba en las mejores condiciones para salir corriendo, agregando un poco de ironía y sarcasmo. Pero en ese momento ni siquiera podía escuchar su propia voz.

Cuando miro a su lado, buscando al que se supone debía proteger y se alarmó al no encontrarlo. El líquido rojo corrió en la palma de su mano, no sabía que tan profunda era la herida, sólo era consciente del dolor y del hecho que no era ni un buenl lugar o momento para desmayarse.

Unos brazos reposaron sobre su anatomía, levantándola con demasiada facilidad. A unos metros se encontraba el cuerpo inmóvil de Corvus, y ella, en los brazos del Capitán América. Le hubiera gustado mucho ver cuando acabaron con ese imbécil, lo hubiera disfrutado bastante.

— Les dije que se fueran de aquí.

— No intercambiamos vidas, capitán.

Incluso si lo hubiera repetido mil veces, Celine no estaba dispuesta a dejar a su mejor amigo atrás.

— Te tomaste tu tiempo, ¿estabas jugando, acaso? —reclamó la pelinegra, pues ahora su cuerpo sufría las consecuencias por su intento de derrotar a un alienígena ella sola y querer ganar tiempo.

— Estás herida y aún tienes energía para reclamos. —negó Steve, mirando atentamente la mano de Celine intentando contener la sangre— Tengo que sacarte de aquí, a ambos.

A Visión tampoco le había agradado escuchar el plan del capitán. Wanda llego poco después, aún más alarmada de lo que ya lo estaba Rogers.

— Dios mío. —masculló, en un debate interno por decidir a quien debía correr primero, si con el amor de su vida o su mejor amiga.— Intenté venir lo más rápido que pude. ¿Están bien? Estás...

𝐒𝐈𝐋𝐇𝐎𝐔𝐄𝐓𝐓𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora