c a p í t u l o 31

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Cuando Natasha ingresó a la celda Celine ni siquiera se sorprendió

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Cuando Natasha ingresó a la celda Celine ni siquiera se sorprendió. Es más, llevaba aproximadamente veinte minutos esperándola. Cualquier persona que conociera a Tony Stark sabía de antemano que no se daba por vencido fácilmente aún cuando todas las probabilidades estaban en su contra, así que era de esperarse que usara su carta bajo la manga.

— Tardaste cinco minutos más de lo que esperaba. —dice Celine, aún sentada a la mesa con los brazos cruzados.

Natasha sonríe y toma asiento frente a ella, justamente en la silla que Tony ocupó hace un rato.

— ¿Me esperabas?

— Vamos, Nat, sé muy bien que fue Tony el que te envió. ¿De verdad crees que tú podrás hacerme cambiar de opinión?

La pelirroja se echa hacia atrás hasta que su espalda choca con el respaldo de la silla metálica.

— ¿Y si te dijera que vine para tener una charla entre amigas? —dice Romanoff, pero la sonrisa ladeada en el rostro de su amiga le dice que no lo creería— En realidad, me conoces bastante bien.

— Ambas de hecho, más de lo que deberíamos. Por eso mismo deberías saber que no firmaré esos acuerdos.

Natasha asiente, muerde sus labios y cruza los brazos sobre la mesa. Está dispuesta a pasar horas en esa celda hasta lograr su objetivo.

— ¿Qué pasó en Bucarest? —decide indagar porque sabe que la estrategia de ir directo al punto no le servirá en nada— Te fuiste por un mes y ni siquiera te contactaste con nosotros cuando encontraste al soldado. Debió ser entretenido.

La expresión de Celine se suaviza, quizás es porque recuerda todos los días tranquilos que pasaron juntos antes de que llegaran y se los llevaran a la fuerza.

— Fue como un viaje al pasado, sólo que ya no somos los mismos. —hablaba como si los recuerdos de aquella época estuvieran pasando frente a ella— Pero durante ese mes pude ver que lo que sentimos y la conexión que tenemos no ha cambiado.

— ¿Cómo estás tan segura después de todo lo que hicieron con él?

— Nat, porque algo como eso no puede fingirse. Me quiere, él me lo dijo y es por eso que no lo entregaré como el Secretario espera que lo haga.

Natasha suspira con cierta frustración, las cosas no van como ella esperaba. Toma una gran bocanada de aire concentrando su mirada sobre las manos de Celine entrelazadas sobre la superficie fría, puede notar sus nudillos tensos y agradece que ha sido ella quien está ahí y no el Secretario.

— Sabes lo que nos harán si firmamos. —continúa Celine, cada palabra escrita en los documentos está grabada en su mente y no puede pasarlas por alto— Los que somos alterados no tenemos muchas opciones dentro de esos acuerdos. Enviarán a James a un centro psiquiátrico, un hombre inocente.

𝐒𝐈𝐋𝐇𝐎𝐔𝐄𝐓𝐓𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora