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◖ Lágrimas doradas, pieles cayendo a los suelos y un joven que todo lo ve.
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⤷ ༄ Créditos a la autor/a original: @ctaelips
⤷ ༄ Joshua / Top
⤷ ༄ Jeonghan / Bottom
⤷ ༄ ADAPTACIÓN
⤷ ༄ Finalizada
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—... Se suele pensar que los querubines son una orden dentro de los ángeles pero algunos dicen que son mucho más que los ángeles. Se les dice guardianes de la luz y las estrellas. —Jeonghan largó un tercer bufido cuando el profesor comenzó a escribir sobre el pizarrón. Tomó su bolígrafo y copió a un nivel rápido, tan veloz que quizá pudo sorprenderse a sí mismo, y luego volvió su vista sobre el asiento. Todos en esa institución sabían que el castaño a pesar de siempre tener su mirada hacia abajo era el alumno que más prestaba atención. Sus sobresalientes notas lo aclamaban. De igual forma, algunas de sus profesoras se lamentaban por no poder ser capaces de ver esa preciosa heterocromía con detalle.
Suspiró de nuevo, generalmente las horas de religión eran las más tediosas. Y lo peor es que recién ese año habían comenzado a tenerlas por algunas reformas del director, fiel creyente.
Jeonghan no podía creer en Dios porque vivía todos los días un infierno.
—... Se cree que, aunque no estén en un plano de realidad humana, su luz divina se filtra del cielo y toca las vidas de los hombres... —Volvió a anotar algo rápidamente en el pizarrón. Ese profesor en especial lograba inquietar al castaño, porque su aura no era sólo desastrosa sino también temerosa. Unos grandes cuernos negros se asomaban sobre su cabello naranja, a veces llegaba a la clase con el rostro retorciéndose en llamas. Su piel cedía, caía sobre ese plano existencial sólo para su ojo celeste. Los suspiros eran de color carbón, y no tenía ojos. Sólo dos espacios vacíos que mostraban lo vacía que se hallaba su alma.
El bicolor cerró su ojo para ver su visión real, su piel era bronceada y tenía el cabello oscuro peinado hacia atrás. Un precioso par de ojos avellanas, nariz prominente y marcas de piercings pasados. Además de varios tatuajes dispersos por el cuerpo.
Sin embargo lo que más le preocupaba a Jeonghan era ese Rosario colgando con cuentas brillantes de su cuello.
Alguien con un aura así, ¿Podría realmente estar en paz con su alma? ¿Creer en alquien como Dios?
Volvió a abrir su ojo y lo bajó a la hoja de manera estrepitosa. En el borde de la misma había dibujado una pequeña pluma sin detalles o algo por el estilo, simplemente salió de su lápiz y llegó allí para quedarse.
¿Tanto tardaba en terminar esa maldita clase?
—... Y los serafines son mucho más importantes... —Pero el timbre sonó dejando respirar libremente al menor. Se escucharon los útiles moverse hacia todas partes, las mochilas llenándose y algunos de los alumnos pretendiendo correr para irse de una vez por todas de allí. Sin embargo la voz del profesor volvió a sonar —. Bueno, van a hacer un trabajo sobre esto la próxima clase, investiguen.
Entonces volvió a sentarse en su escritorio para descansar. Jeonghan prácticamente corrió a la salida mirando sus pies, los zapatos de todos en el pasillo solían combinar con su alma: Bastantes sucios y desordenados. Pero bien, si algo sabía con seguridad era que las cosas no podían estar peor.