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◖ Lágrimas doradas, pieles cayendo a los suelos y un joven que todo lo ve.
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⤷ ༄ Créditos a la autor/a original: @ctaelips
⤷ ༄ Joshua / Top
⤷ ༄ Jeonghan / Bottom
⤷ ༄ ADAPTACIÓN
⤷ ༄ Finalizada
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Hacía mucho tiempo que no cerraba la puerta de madera con fuerza, o siquiera pasaba por los baños con una intención rápida y precisa. Pero esa mañana sentía sus emociones estallar en millones de piezas mezquinas que lo hacían vibrar. Por lo que decidió de manera sabia saltarse una clase y sentarse sobre el retrete con la tapa baja para pensar en su miserable existencia.
Las lágrimas saladas bajaban por el puente de su nariz hasta caer en un bello chasquido sobre el suelo. La punta mirando al cielo se encontraba rojiza, como la de un pequeño ratón desesperado, algo que sin duda lo dejaba absorto de todos sus sentimientos. Decidió colocar sus piernas dobladas sobre el mismo inodoro, para luego abrazarlas y esconder medio rostro entre sus rodillas.
La mochila colgada a su derecha, la puerta que fue forzada a abrirse varias veces por compañeros distraídos que pensaban que estaba vacío. Y sus gotas desgraciadas seguían saliendo con respiraciones entrecortadas, tanto color gris a su alrededor pretendía quemar sus retinas, destruirlo.
Jeonghan suspiró de manera cortada, logrando que su pecho suba y baje en niveles enfurecidos, casi quebrando las propias costillas sumidas en la desgracia. Y cuando pensó que podría calmar sus terribles voces internas, el rostro devastado de Joshua se cruzó por en frente de sus retinas.
Ese semblante que le mostraba sólo dolor...
— Perdón Shua... Perdón... —Susurraba como un canto ahogado mientras sus bicolor observaba con desesperación hacia todas partes del suelo. Los dedos se frotaban con angustia sosteniendo sus piernas como si fuese un fuerte quebradizo, como si en algún momento pudiera romperse.
Algo que era, de hecho, muy cierto.
Y a medida que sus lágrimas mojaban su musculosa negra con terror, podía recordar cada gesto doloroso sobre las facciones de su ángel.
Esa noche en la cual el cielo sonó con truenos desorbitantes y sus ojos se encontraron en lo que parecía ser una despedida desastrosa. Pero no física, sino mental. Y por sobre todas las cosas, sentimental.
"La única forma de que dejes de sentir estas cosas por mí es que cambies tu parecer para conmigo. Es decir... Tengo que comenzar a tratarte de otra manera, una más hostil. Quizá así puedas dejar de perder tus alas..."
Y el pelinegro, con medio cuerpo sumido en los colores más dorados, negó lentamente con la cabeza para pedir piedad. Para que ese bello castaño se retracte y piense en otra alternativa a eso tan humano que estaba sintiendo. Pero en su lugar, Jeonghan asintió de manera errática con los pequeños destellos de lágrimas bajando por sus cuencas.
"Pe...Pero... Amo como eres conmigo, por favor no cambies Hannie..."
Y el vil recuerdo del pelinegro juntando sus manos suaves en señal de súplica fueron suficientes para atormentar de manera malvada su mente. Los pequeños sonidos de un piano desafinado parecía querer filtrarse en sus oídos, chillidos desorbitantes y distantes. Algo tan nefasto como todo su ser a punto de hacer colisión con el suelo del frío baño escolar.