11 | TODO SUEÑO ES VÁLIDO
Otra cosa por la que se me hizo extraño que Alexander no preguntara fue por mi peluca. El contraste del rojo era bastante distinto al del rubio con el que me había visto en casa, o en la universidad. Así que un cosquilleo nervioso se coló por mi nuca.Si que varias miradas curiosas habían ido a mi peluca, sin embargo cuando llegó Tom no hizo más que abrir la boca cuando fuera necesario.
Tampoco pensé en las lentillas, que ocultaban el color de mis ojos. Alex no había dicho nada y eso me parecía raro.
—Eh, Alex, tío. ¿Puedes buscar unas botellas para llenar ese estante de allá? —le dice Tom, mientras señala un estante detrás de Alexander. Este último se gira, observando el supuesto lugar donde faltan botellas.
Solo faltaban dos.
—Tom no hay problema, aquí hay unas... —justo cuando intento intervenir para que Alex no tenga que moverse por tal cosa absurda, Tom me interrumpe.
—Si, allí. —siguió la conversación con Alex, ignorándome. Alex volvió a observar los estantes, muy seguro de que no faltaba más que solo dos botellas, entonces pudo deducir lo que yo: Tom quería que nos dejara a solas.
Y así paso, sin mucho que decir o ánimos de reprochar, Alex salió del bar directo a dónde le había señalado Tom que era el almacén.
Todo ese tiempo estuve observando cómo se iba alejando el cuerpo de Alex. Me parecía un tanto gracioso el delantal que tenía puesto, justo como el mío. Así mismo, voltee a ver a Tom, quien, me observaba con curiosidad.
—¿Así que si lo conoces, eh? —cuestionó, en su tono de voz había una pizca de algo que no pude descrifrar correctamente... Así que decidí ignorarlo.
—Sí. —seguía algo enojada con el.
—Le di el trabajo por eso, Emelie. Está bajo tu responsabilidad. No creo que ese tipo dure mucho aquí, aún así, lo he aceptado.
Eso llama mi atención.
—¿Que te ha dicho directamente?
—Vino con el folleto que está en la entrada principal del club. Se postró en mi oficina, y solo dijo que quería el trabajo. —seguía sentado sobre una butaca. Apoyó sus codos sobre la barra y descansó su mentón sobre sus palmas abiertas, parecía ser la posición de un niño a la espera de algo. —claro que iba a negarme, nadie puede llegarme así, a sentarse en mi oficina como si fuera rey del mundo.
Si, sería algo que Alexander haría.
—¿Y por qué decidiste darle el trabajo? —cuestioné, acercándome a la barra junto a el.
—Porqué alegó que te conocía, y vino con recomendación.
—¿De quién? —aquello despertó mi curiosidad.
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El arte de mentir ©
Teen FictionCuando una noticia en la TV anuncia el supuesto suicidio de Melissa Harris, Amelie tendrá que averiguar qué pasó con ella junto a Alexander, tratando de no caer envuelta en el crimen, y mucho menos con el. ... Amelie Hamilton es conocida por se...