Capítulo V

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Harry se despertó a la mañana siguiente sintiéndose mal, con el cuello dolorido y el pie atrapado en la caja de pizza vacía y grasienta. Sabía que había tenido pesadillas, podía sentir el recuerdo de ellas arañándole el cerebro, pero cuando intentó recordar de qué se trataba, se dio cuenta de que no podía.

A la mierda. Se levantó de la cama a empujones y se dirigió al baño, se quitó la ropa -parecía que anoche ni siquiera había conseguido vestirse para ir a la cama- y encendió la ducha al máximo, se frotó bien y se quedó con la cara bajo el torrente de agua hasta que volvió a sentirse casi vivo. Una vez seco, buscó algo de ropa y bajó las escaleras. Tardó un rato en encontrar las llaves y la cartera, y sus zapatos resultaron estar arriba, debajo de la cama, pero una vez que estuvo decente salió de casa y caminó los veinte minutos que tardó en llegar al supermercado de tamaño decente más cercano. Allí compró más comida de la que podía cargar cómodamente, y volvió a casa tambaleándose con bolsas de plástico llenas de fruta y verdura, cuyas asas le cortaban incómodamente las palmas de las manos.

Una vez de nuevo en casa, deshizo la compra y cogió una bolsa de basura negra, recorrió metódicamente cada habitación y recogió envoltorios de chocolate vacíos y periódicos viejos y recogió con un escalofrío cosas que no quería mirar demasiado de cerca. Después sacó la basura, se lavó bien las manos y volvió a la cocina para prepararse una taza de té y revolver unos huevos para desayunar. Pronto se sentó en el comedor con su té demasiado fuerte, huevos y tostadas quemadas. Seguía sintiéndose mal, pero al menos no tan asqueroso como antes.

Mientras comía, encendió el teléfono y lo miró malhumorado. El día anterior había conseguido hacer una llamada, así que estaba seguro de que sabría cómo utilizar el resto. Era un mago, no un idiota. Con cuidado, pulsó los botones y consiguió abrir su agenda telefónica y desplazarse por los números. No era una lista muy larga. Dudley estaba en ella, por alguna razón, y Harry se las arregló para llamarlo accidentalmente, pero mientras maldecía e intentaba colgar antes de que Dudley contestara, pudo oír una voz metálica al otro lado de la línea que decía: "El número que ha marcado no ha sido reconocido. Por favor, inténtelo de nuevo". Fue un alivio y un insulto a la vez. Harry siguió buscando y encontró números del trabajo, de la consulta del médico de cabecera, de Parvati y de un puñado de personas cuyos nombres no reconocía. ¿Eran amigos del colegio? Harry no tenía muchas ganas de averiguarlo. En cualquier caso, no se habían puesto en contacto con él en los dos últimos días, lo cual ya era una historia. Era de esperar, pero no dejaba de ser descorazonador ver lo impopular que aparentemente era aquí. Harry suponía que no había hecho amigos en la escuela primaria y claramente había continuado esa buena tradición también en la secundaria.

A Parvati parecía agradarle, ¿verdad? Harry pensó en llamarla, pero decidió no hacerlo. Le enviaría un mensaje de texto. Si sabía cómo hacerlo. Harry comió un poco más de huevos -el desayuno se le había enfriado, pero tenía hambre y al menos no era pizza- y hurgó en el teléfono, encontrando un viejo mensaje de ella sobre su próximo turno y averiguando cómo darle a responder.

"PARVATI CUÁL ES MI NÚMERO DE TELÉFONO DE HARRY", consiguió escribir, y se quedó mirándolo cabizbajo durante un momento. No tenía signos de puntuación y no sabía cómo cambiar las mayúsculas, así que el mensaje tenía un aire desafortunado de grito de rabia, pero tendría que valer. Le dio a enviar y esperó, mientras tomaba un buen sorbo de té y lo acompañaba con el resto de su tostada con huevo.

Casi se sobresalta cuando empieza a sonar el teléfono, pero consigue cogerlo y contestar antes de que se corte.

—¿Diga?

—¿Te ha dado un ataque? —la voz de Parvati preguntó desde el otro extremo de la línea, su voz metálica y divertida— ¿O se te ha estropeado el teléfono?

Star Quality [ Drarry ]Where stories live. Discover now