Capítulo XIII

1.8K 235 65
                                    

Harry se despertó muy desorientado, con el olor a café en la habitación. Durante un rato se quedó tumbado, con los ojos cerrados, sintiendo cómo el incómodo y viejo colchón se le clavaba en la columna vertebral, y su corazón empezó a hacer un incómodo repiqueteo que le hizo sentirse mareado. Abrió los ojos, buscó las gafas en la mesilla de noche y…

Su varita rodó hasta su mano, como si la hubiera invocado, con la madera cálida y hormigueante entre los dedos.

Harry dejó de respirar un instante y luego se incorporó de golpe, invocando las gafas con un rápido, suave y perfecto movimiento no verbal. La habitación se enfocó. Las chicas en bikini de Sirius estaban de vuelta, mirando al espacio con expresiones vacías y aburridas, y cuando Harry giró la cabeza hacia la cómoda, la parte superior estaba apilada con cosas del trabajo. Los pergaminos de su último caso que se había traído a casa para leerlos en la cama. Un temporizador roto que se había preguntado vagamente si podría arreglar. Una chaqueta llena de hechizos protectores que siempre olvidaba llevar consigo.

Harry observó la habitación, con el corazón palpitando con fuerza, y su mirada salvaje se iluminó…

¡Mierda! Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda. El reloj de la pared, un regalo de Navidad de la señora Weasley, tenía una manecilla que señalaba Realmente tarde para el trabajo.

Por un momento dudó, indeciso: ¿debía olvidarse del trabajo e ir directamente a buscar a Draco? – pero entonces recordó, con una sensación de inquietud instalándose en la boca del estómago, que éste era el mundo mágico, no un extraño facsímil muggle en el que Draco flotaba por el mundo jugando a ser una celebridad. En este mundo, Draco sin duda acababa de despertarse en su cama de la Mansión Malfoy. Donde estaban sus padres.

Los recuerdos de la noche anterior volvieron a él en trozos desiguales y mal encajados; se sentía como si estuviera echando humo. ¿Qué había pasado? Podía recordar a Draco deseando que el mundo volviera a la normalidad, y la sensación de pánico, de desintegración cuando el mundo había cambiado, y luego… nada. ¿Por qué había funcionado el deseo de Draco? Harry había deseado volver al mundo mágico tantas veces que había perdido la cuenta, y nunca había funcionado. Pero cuando Draco lo había intentado…

Harry se dio cuenta de que se estaba sujetando con tanta fuerza que le dolía el cuello e intentó relajarse, pero entonces recordó que llegaba tarde y volvió a entrar en pánico. Nunca llegaba tarde al trabajo. A veces, incluso dormía en el trabajo, se despertaba dolorido e incómodo en su pequeño escritorio de la oficina principal y se lanzaba de nuevo a la batalla.

Harry estuvo a punto de correr hacia el armario, pero entonces recordó que era un mago, agitó la varita y se deleitó con la sensación de la magia que salía directamente de su brazo y se deslizaba por la punta de sus dedos, haciendo que las puertas del armario se abrieran y que sus pulcras túnicas de Auror salieran a toda velocidad para depositarse sobre la cama, mientras los cajones se abrían y cerraban y la ropa interior salía a su encuentro. Se vistió con rapidez y se aplicó un rápido encantamiento refrescante mientras salía corriendo de la habitación y bajaba las escaleras.

Kreacher le pasó una taza de café.

—Buenos días, amo. —dijo el elfo con suspicacia.

—Eh, hola, Kreacher. —dijo Harry, dándole un sorbo tentativo a la bebida; estaba tibia, así que se la bebió de un rápidamente.

—¿El señor querrá cereales o gachas? —preguntó Kreacher, cruzándose de brazos— ¿O un desayuno cocinado? El amo siempre tiene prisa, nunca come bien. Kreacher cree que debería…

Harry reprimió un repentino y loco impulso de besar a Kreacher en la parte superior de la cabeza; el viejo elfo nunca le dejaría oír el final de aquello. Estaba en casa. Estaba en casa.

Star Quality [ Drarry ]Where stories live. Discover now