2 - a

58 3 0
                                    


La habitación del trono estaba tan abarrotada como siempre. Los revoltosos goblins jugaban, reían, eructaban, tomaban y peleaban sin preocupación alguna. Algunas gallinas corrían de un lado al otro, evitando que las traviesas criaturas les arrancaran sus plumas. Los dardos que deberían ir direccionados a la diana, caían en los rostros de la pequeña banda que cantaba desafinando y tocaba sus instrumentos, viejos y algo destartalados, manchados de comida.

En el inmenso trono, la mujer más bella de Abalarys (según sus muchos pretendientes) relataba divertida, una historia a los más jóvenes del cuarto.

⸺Entonces, ⸺su sedosa y amorosa voz, subió unas notas, con la emoción filtrándose por las palabras que salían de sus labios rojos⸺ el caballero clavo el filo de su espada en el corazón del dragón... ⸺hizo una pausa dramática, los ojitos de sus súbditos ansiosos la miraron reteniendo la respiración, llenándola de ternura⸺ Y el dragón murió, fue derrotado por el amor más fuerte de todos: el amor verdadero. Su amada, que aguardaba detrás de la bestia abatida, corrió a sus brazos y le dio un profundo beso.

⸺Y... ¿vivieron felices para siempre?

La vocecita del pequeño Quiblit -con sus orejitas de murciélago balanceándose de felicidad- saco una sonrisa a la mujer.

⸺Si, mi ternurita: por siempre jamás.

Los oyentes celebraron con un estruendoso "¡Viva!", antes de que la soberana del Laberinto diera por concluida esa ronda de historias. Una vez que los pequeños se unieron al gorgoreo de los mayores, la bella mujer se escabullo entre los asistentes y, con un suspiro cansado, fue a su jardín privado.

Sarabitha era la tercera hija del gran rey de Fantasía, Voltaire II (un elfo oscuro) y la ex reina hada Dyanila. El primogénito era Aurelio, soberano de Avalon el reino del cual provenía su padre; estaba casado con una preciosa hija de la nobleza y esperaban a su primer bebe. Sarabitha adoraba a su cuñada y estaba ansiosa por la llegada de la pequeña estrella. Si le preguntaban quién era su familiar favorito, la Reina Goblin siempre diría que no podría elegir uno y, sin embargo, sus ojos verdes (iguales a los de su madre) viajarían hasta el primogénito. El hermano del medio, Lord Milori, era el represéntate del invierno en la tierra de las hadas y estaba casado con la sucesora de su madre, Clarion. Sarabitha se veía regularmente con todos ellos, los amaba con cada fibra de su ser... pero, todavía tenía un hueco en su corazón que no parecía llenarse con nada.

No estaba inconforme con su vida en general, aunque las cosas fueran difíciles o el viento fuera favorable, ella estaba bastante feliz. Sin embargo, ver las parejas felices a su alrededor y descubrir que ella no tenía a su persona especial, lograba apagar la chispa de sus ojos.

Con más de quinientos años seguía usando la pequeña mascara de conformidad para que nadie descubriera esa dolorosa verdad: se sentía sola. Su lado romántico, sufría en silencio un poco más, con cada siglo que pasaba.

«Y, sumándole a esto, estaba el maldito ultimátum del Gran Consejo Faerie.»

Aurelio -con su impresionante altura, ojos y cabello negros, ropajes góticos y oscuros poderes- había irrumpido en su puerta, preocupado, queriendo ponerla sobre aviso del tema principal que se trataría en la próxima junta: su soltería y el deseo del Consejo de que encontrara un Rey. Él, como el excelente hermano mayor que era, intento persuadir a los dignatarios (conociendo el carácter podrido que se cargaría su hermanita cuando se enterase de tal osadía en su contra). Por desgracia, no consiguió ser escuchado, así que le fue a chivar el dato a la soberana del Laberinto.

Sarabitha se puso como dragón enjaulado, destruyendo su estudio en un fuerte arranque de ira. Aurelio estuvo con ella hasta el día siguiente, intentando calmarla... Inclusive, su cuñada fue a verla para apoyarla. Oh, cuanto agradeció ella ese gesto, no había nada que ella odiara más que le dijeran que hacer con SU VIDA. Con otro suspiro cansado, y frustrado, los pensamientos sobre sus problemas se disiparon un poco al atravesar las puertas de su jardín.

Labyrinth (Historias Cortas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora