Telegrama 4: Enemigos.

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—" Señorita, no puedo acompañarla, por más que la respete sigue siendo mi enemigo"—

—"No he venido hoy como enemiga, ni como aliada, si no como una persona queriendo hablar con otra"—

Ella es del bando contrario y a pesar de eso vino hasta aquí, un lugar que significa un gran riesgo para ella solo para hablar conmigo, si está dispuesta a llegar tan lejos lo mínimo que puedo hacer es aceptar su propuesta, pero no sé, todo esto era nuevo para mí.

—"Por favor confíe en mí"-- dijo ella con una cara empática y amistosa, no podía decirle que no a una persona así.

—"Está bien, iré con usted"—

—"Me alegro que haya aceptado, no se preocupe, no haré nada que comprometa su seguridad"—

—"Yo creo en usted"—respondí para equiparme mi aparejo.

—" Sígame caballero"—dijo ella para comenzar a guiarme a través del océano.

La noche era clara con la luna llena iluminando el azul profundo del océano, era un paisaje hermoso, y mi acompañante deslumbraba en este escenario, sus movimientos sobre las olas eran iguales a los de las mejores bailarinas de mi época. Después de un tiempo de navegar a través del mar nocturno logre divisar una pequeña isla.

--"Hemos llegado"— una vez arribar, dejamos nuestros buques en la costa para adentrarnos en el bosque, me sentía un poco incomodo dado que ahora soy yo el que esta en territorio enemigo, tal vez mi expresión lo decía, porque la señorita se percató de eso.

--"Esta isla es de mi propiedad, y se encuentra lo suficientemente lejos para que su presencia aquí pase desapercibida, ya hemos llegado caballero"— dijo ella señándome al frente donde se encontraba una morada con un estilo oriental muy marcado—"Pase, es bienvenido"—

--"Con permiso"—al entrar a su hogar note que era bastante amplio y tenía un aire acogedor, era un tanto extraña la situcacion actual pero todavía tenía una sola pregunta ¿Qué queria ella de mí?

--"Pase por aquí, siéntese donde guste en un momento regreso" -- me llevo a una sala al aire libre con vistas a un jardín con un pequeño lago lleno de peces muy vistosos para después irse a otra sala, por alguna razón me sentía cómodo estando aquí, pero pensándolo más a fondo estaba en territorio enemigo, esta podía ser una trampa que ella me tendió, pero a pesar de todo todavía quiero confiar en ella. –"¿Gusta té?"—llego la señorita con algo parecido a una tetera y dos vasos de cerámica.

--"Claro, pero antes permítame hacerle una pregunta, ¿Qué necesita de mí?"—

--"Solo quería hablar con mi salvador, ¿No puedo?"—

--"¿Por qué?"—

--"Le voy a ser sincera, usted me causa intriga, tiene valores muy raros de encontrar hoy en día"—

--"¿Solo eso le intriga de mí?"—

--"Solo eso me importa"—respondió ella mientras tomaba un poco de su tasa.

Me sorprendió su respuesta, no le interesaba mi origen, ni como llegue, solo quería saber mis aspiraciones y valores, la señorita era diferente al resto.

--"Entonces señorita, ¿que quiere saber de mí?"—

--"¿Por qué me salvo?, usted no tiene ninguna obligación de perdonarme la vida y aun así lo hizo, y no solo conmigo, es normal que un soldado mate a su enemigo, pero usted a pesar de todo se negó a hacerlo"—

--"En mis tiempos este tipo de conflictos no eran algo natural, a partir de un disparo, un solo y simple disparo fue el causante de que el mundo cambiara, aumentaron las tensiones y se desato una guerra, nada como eso había sucedido antes, todo cambio, y solo algunos conservaron sus valores, todavía había gente que pensaba en el enemigo como un ser humano, un soldado lucha no porque odie lo que tiene delante, sino porque ama lo que tiene detrás, solo eran personas defendiendo su país, puede que estén en lo correcto o no pero de ningún modo quitan la lucha por su patria, hay que celebrar las victorias, no las muertes y saber cuando evitarlas, es por eso que no permitiré que el océano se tiña de rojo en mi presencia"—

El Primer Acoradazado: Una Historia De Azur Lane.Where stories live. Discover now