12. I Feel It Coming

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We don't have to rush
when you're alone with me
I feel it coming
I feel it coming

Ian Harris

Paso por el pasillo para volver a mi habitación, pero algo me impide seguir mi camino. La puerta de la habitación de mis padres está cerrada y de ella provienen dos voces que está claro que discuten. Me acerco sin hacer ruido y pego la oreja a la puerta para ver si puedo escuchar algo.

—¿Desde cuándo, Ronald? Dímelo — exige la voz enfadada de mamá.

—No sé de qué me estás hablando — se hace el tonto.

—Claro que lo sabes. ¿Alguien más sabe de esto? — vuelve a preguntar mi madre.

Tras esa pregunta hay un silencio que imagino está lleno de tensión, y no de la buena.

—No — decide contestar.

—Eres un capullo. ¿Por qué lo has hecho? — eleva aún más la voz mi madre.

—No estábamos bien, lo sabes — mi padre parece hablar con cautela, temiendo por las siguientes reacciones de su mujer.

—Esa no es una excusa para haberte comportado como un cabrón — lo siguiente que escucho es un golpe. Es probable que mi madre le haya tirado algo a mi padre, eso no me molestaría en absoluto, a decir verdad.

Algo me dice que mi madre ha descubierto la infidelidad por parte de su marido. A partir de ahora, dudo que las cosas en casa vayan a ir de maravilla.

Me tienta la idea de abrir la puerta y decirle a mi padre unas cuantas cosas, pero decido que tengo otra prioridad. Mi hermana.

Estar en casa en este momento es una mala idea en lo que a Skylar respecta, así que, me alejo del cuarto de mis padres y me dirijo al de mi hermana con el objetivo de sacarla de aquí. Puede que se tenga que enterar de esto, pero ahora, con nuestros padres discutiendo e inconscientes de que sus hijos pueden escucharlos, no es el indicado.

Paso a su habitación sin antes llamar a la puerta, encontrándomela tumbada en la cama y con el portátil abierto.

—¿Qué haces? — pregunto, sentándome a los pies de su cama.

Skylar se incorpora, pone en pausa lo que estuviera viendo y cierra el portátil para prestarme atención.

—¿Qué quieres, Ian? — alza una ceja en mi dirección.

—¿Es que no puedo hablar con mi hermanita? — le ofrezco la mejor sonrisa que puedo, para que se lo trague. Aunque ambos sabemos que no será así.

—Sabes que no entramos en el cuarto del otro así porque sí. Siempre hay algún motivo — dice muy obvia.

—Está bien — contesto con fastidio — ¿no te apetece salir de casa? Podríamos ir a algún sitio.

—¿Nosotros solos?

—No, podemos decírselo a los demás — me encojo de hombros.

La verdad es que es raro que sigamos metidos en casa un día de verano, ninguno se ha manifestado.

—Podemos ir a un parque acuático de esos — propongo.

—¿Desde cuándo quieres ir tú a uno de esos? — me cuestiona. Siendo sinceros, yo también lo haría si fuera ella.

No sé qué me pasa últimamente, solo me apetece hacer estupideces y no sé ni de qué hablo cuando propongo un plan.

—¿Acaso eso importa? — le contesto con otra pregunta para desviar el tema.

Un verano efímeroWhere stories live. Discover now