DIEZ

601 76 16
                                    

Por la mañana nos ponemos manos a la obra para organizarnos las tareas para hacer más segura la prisión. Termino de aparcar el coche en la entrada y al bajar veo a dos de los prisioneros en un rincón, dudosa me acerco hacia mis compañeros.

—¿El trato no era que se mantuvieran en su pabellón?

—Quieren formar parte de nuestro grupo—responde Maggie.

—Les aterroriza ver a sus compañeros muertos, y cada vez que sacan algún cuerpo para quemarlo, les rodean los caminantes que hay en el otro lado—continua Glenn.

—Había pensando en darles una ración de comida y que se marchen—comenta Rick.

Debatimos el futuro de los presos y todos menos T-Dog pensamos que es mejor que se marchen por su cuenta. De por si es difícil confiar en alguien, nada nos asegura que no se pondrán en nuestra contra a la mínima distracción. Me informan que les dijeron por qué habían acabado allí y que no eran como sus otros colegas; unos asesinos. Uno era adicto a los fármacos—supongo que recuperado al estar en prisión—y el otro había entrado a robar a una casa, fallando.

Volvemos al trabajo. La sonrisa se asoma por mi rostro al ver a Hershel salir del pabellón con unas muletas, le supervisan Lori y Beth. La alegría nos contagia a todos, pero no dura demasiado. A espaldas de ellos, aparece una buena cantidad de muertos. Al otro lado de la valla puedo escuchar los gritos de Rick, exigiendo que nos movamos de allí. Nos distribuimos como podemos, escapando de una muerte dolorosa.

Tengo miedo.

Cubro a Patricia y la arrastro para que entre conmigo en dirección a nuestro pabellón.

—¡Carl, por aquí!—grito, esperando con la puertecita abierta.

Le veo correr en compañía de Lori y cierro a tiempo de que los muertos nos alcanzarán. Les guío al interior, pero tengo que dar marcha atrás al darme cuenta que han invadido esa zona. Sudo de los nervios y cierro la puerta para que no nos sigan. Avanzamos por los pasillos y nos cruzamos a varios caminantes.

—No me queda munición—avisa Lori.

Les pido que de media vuelta mientras intento abrir alguna puerta. El grito de Lori nos deja heladas, y en ese lapso de segundos, se le une el grito de Patricia. Un caminante la ha atrapado, mordiendo de lleno parte de su espalda. La ayudo cómo puedo y la sigo arrastrando por los pasillos, casi llorando cuando encontramos un sitio para escondernos.

—¿De dónde viene ese ruido?—pregunta Carl.

El sonido de una alarma se escucha por cada rincón de la prisión. Dejo de pensar en ello al escuchar el quejido de Patricia.

—Me está esperando mi Otis—murmura con los ojos empañados de lágrimas.

Me aguanto el llanto, cubriendo su herida con un pañuelo.

—No digas eso—la regaño—todo saldrá bien, ya lo verás.

—He roto aguas—chilla Lori.

Y yo que quería ser positiva. Patricia me da una cálida sonrisa y se pone de pie para atender a Lori.

—Haré algo antes de convertirme.

Patricia me pide ayuda e indecisa me acerco. La sujeto por los brazos mientras la rubia le quita los pantalones. Carl mira nuestros movimientos, totalmente aterrado. Lori termina por acostarse en el suelo y Patricia le revisa la dilatación.

—Necesito empujar—lagrimea.

Me quedo al margen, sin saber que hacer, más que vigilar la evolución de Patricia. No había forma de reparar la expansión del virus, no como el caso de Hershel. Apenada, escucho los gritos de Lori y a Patricia alentandola a empujar. Carl se encarga de agarrar la mano de su madre.

Traitor [TWD]Where stories live. Discover now