Capítulo 17.

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Capítulo 17.

Cree y atrévete a soñar- Ha Ahs


Alicia

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Alicia.

La semana había transcurrido sin disturbios, nadie me había molestado todavía. Kai me incluía siempre en sus grupos o las conversaciones, al principio me resistía un poco. Ya que tenía miedo de que me molestarán. Pero eso no paso, hasta logre que invitaran a mi mejor amiga a la fiesta de comienzo de curso.

Y cuando no estaba con Kai, me la pasaba con mi mejor amigo y sus amigos. Las cosas con Genaro estaban intensas. Y no hablo de lo intenso molesto y sofocante, hablo de esa intensidad que te quema por dentro.

La verdad no estaba entendiendo cual es el juego, que estamos jugando. Avecés me abraza normal como siempre hicimos, pero otras veces me besa la comisura de la boca. Acaricia mi pierna o me mira con tanto deleite. Que hace que mi corazón quiera salir de mi pecho, cada vez que creo que me va a besar.

No sé cómo hacer, para que lo haga. Creo que tengo un cartel en la frente que dice "Me muero porque me beses". Pero el único que no lo lee es él.

Salgo del cubículo del baño, me freno en seco al ver al grupito de Leticia allí adentro. Las tres estaban retocando su maquillaje.

Me lavo las manos, y aprovecho para acomodarme el cabello. Me había atado una coleta alta, el día de hoy.

— Sabes que esa coleta, te queda horrenda. La cara se te ve más gorda de lo normal — comenta con desdén Leticia.

Sabía que mi buena suerte no podía durar tanto. Pero la ignoro, estoy de buen humor como para escucharla. Pero no puedo evitar mirarme al espejo y ver mis cachetes, usualmente traigo el pelo sobre la cara para que no se noten "mis cachetes". Quizás si debí cubrirme la cara.

— Aparte. Te das cuenta de que esa camisa está a punto de estallar — se carcajea Luna, la amiga rubia de Leticia.

— Eso pasa porque tiene una espalda como Hulk — comenta Anastasia, la pelirroja —. Si tuviera esa espalda, no saldría de mi casa. Hasta bajarla u operármela.

La santísima trinidad de perras son estas tres.

Debí admitir que sus comentarios me están doliendo, bastante. Así que antes de llorar, me giro para irme del baño.

Justo cuando paso por su lado, Leticia se interpone al medio para bloquear mi camino.

— ¿Te puedes correr? — pregunto con voz neutra. Intentando no mostrar qué me afecto lo que están diciendo de mí.

— No quiero. Quiero que escuches lo asquerosa que te vez hoy y como mirarte me causa repulsión.

Mis ojos picaron, al igual que mi garganta. Pero no llore, en su lugar, cruce mis brazos a la altura de mi pecho y la mire.

No vales la pena, lo vales todo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora