Alicia es una chica insegura y tímida, que lleva más de seis años enamorada de su mejor amigo. Pero nunca se lo dijo ya que, sus miedos e inseguridades se lo impiden. Así que decide empezar terapia para sanar sus heridas internas y encontrar el v...
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Alicia.
Genaro, me toma de la mano y me lleva corriendo por su casa. Hasta llegar a las escaleras, las cuales, subimos de dos en dos.
— ¡Me vas a matar! — me quejo, cuando casi me caigo de cara contra un escalón.
— Nunca, mi vida.
Lo insulte en voz alta, lo escuche reírse de mí.
¡Maldito idiota!
Llego a su cuarto, con la respiración agitada, el corazón latiendo a mil en mi pecho. Genaro estaba perfecto, no parecía para nada agitado como yo.
— Maldi.....— el insulto que estaba por hacerle, quedo perdido en el aire. Genaro me tomo por el cuello, inclinando mi cabeza hacia arriba y me beso.
Alcance a cerrar la puerta, en la cual termine apoyada. Mientras su lengua se mete en mi boca, es un beso totalmente desenfrenado.
No me quedo quieta, uso mis manos para explorar cada parte de él. Paso mis manos por su espalda, sintiendo su cuerpo por encima de la remera.
Genaro me da vuelta de golpe, quedando él contra la puerta. Haciéndome soltar un gritito, el cual es amortiguado por sus besos, mi cuerpo queda pegado centímetro a centímetro al suyo.
Dejo mi cuello, para bajar ambas manos a mi culo. Me hizo sobresaltar, cuando me dio una nalgada con fuerza.
— Hijo de puta.
— Así que sos de las que insultan — murmuro contra mis labios. Abrí los ojos para mirarlo, sus pupilas estaban completamente dilatadas y su respiración es errática. — Me encanta.
Volvió a besarme, sus labios se movieron con los míos en un frenesí tan desesperado y al mismo tiempo tan necesitado.
Magreo con sus manos mi culo, apretándome contra su entre pierna. La sentía semi erecta contra mi vientre bajo.
Deslice mis dedos por su pectoral, bajando por su abdomen marcado. Esta vez sin la remera de por medio. Llegue a esa V tan codiciada, pase ambos pulgares por sus costados. Lo sentí temblar.
Eso le gusto, paso una de sus manos por el centro de mis nalgas. Presiono de lleno su palma contra mi intimidad, mi pantalón deportivo era nada ante el calor que desprendían sus dedos. Un tirón perverso de anticipación, se enrosco en la parte baja de mi vientre.
En ningún momento dejamos de besarnos. Pase mi lengua por sus labios antes de volver a besarlo, mordí y tire de su labio inferior.
Frote una mano por encima de su pantalón, haciendo crecer la dureza que ya sentía. Al mismo tiempo que el presionaba su mano, generando una presión tan deliciosa que me hizo soltar un gemido.
