Capítulo 1: El escándalo de Ezeiza

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El predio de Ezeiza parece ser gigante, aún más si dos jóvenes ansiosos lo recorren con curiosidad. Julián le ceba un par de mates a Enzo mientras trata de sostener una conversación con él. Que difícil se le hace. Enzo no deja de patear el piso con sus manos tras su cintura. Estaba ido. Ido como cada día después del accidente. Julián suspira decidido a no hacer más que acompañarlo con un mate mientras continúa hablando de lo grandioso que era encontrarse juntos en ese lugar.

Scaloni había decidido convocarlos a entrenar con la selección mayor luego de los últimos partidos que disputaron con River Plate. El entrenador dijo ver potencial en ambos y que, aunque aún eran jóvenes, quería verlos en acción.

El día que se enteraron fue una fiesta. Julián pudo notar brillo en los ojos de Enzo. Era uno especial, un brillo que hace mucho no observaba en él. Pero así como apareció, de repente, desapareció. Volvió a apagarse. Juli supo tiempo después que Enzo le contó de la convocatoria a Valentina, su pareja, al cabo de dos semanas. Eso lo descolocó. Él había llamado a sus hermanos y sus padres en ese instante, llorando. Enzo, sin embargo, se había ido solo del monumental, en silencio, con frialdad y sobriedad.

- ¿Qué onda Juli? ¿Qué haces el sábado después del partido? – El morocho traía una sonrisa divertida en sus labios, mientras codeaba al castaño, haciendo que vuelva a prestarle atención.

- Seguro vea a Luz – Julian se encoge de hombros, sin mucho que agregar. Enzo suspira sosteniendo su sonrisa, pero rodando los ojos a la vez. - ¿por?

- Lucas va a hacer una pequeña fiesta en su casa – Toma el mate que Julian le acaba de pasar, haciendo una pausa en su relato, aprovechando para estudiar la expresión del castaño - quiere festejar no sé qué cosa. Estaría para ir. ¿Vos que decís? ¿Me haces la segunda?

- ¿Te parece? – Enzo asiente rápidamente.

- Pero sin las minas. Vamos a divertirnos un poco.

Mientras él ríe Julian se limita a negar con la cabeza. En ese momento Lautaro Martinez sale corriendo del edificio de la AFA con desesperación. La mirada de ambos jóvenes se torna confusa y curiosa, sobre todo al observar que el jugador del Inter se acerca de forma torpe hacia ellos. Ambos se ponen de pie intrigados, a lo que Lautaro corre rápido, con semblante de preocupación y algo alterado, logrando inquietarlos.

- Juli, Julian – grita, posicionándose a su lado. La mirada de éste es confusa, al igual que la de su amigo que lo inspecciona mucho. Los jugadores de la selección no le dirigían demasiado la palabra a ellos desde que llegaron. No porque no quisiesen hacerlo, estaba todo más que bien, sino porque el tiempo era poco y la concentración mucha. Y ellos seguían siendo los nuevos.

- ¿Qué paso? - Lautaro traga saliva, mira a Enzo y luego a Julian, inquieto.

- Tu hermana. Está adentro con Lean, no sé qué paso, pero está rompiendo y tirando cosas.

Según Enzo recordaba, Julián tenía tres hermanos. A Agustin y Rafael los conoce, ambos viven en Córdoba, Calchín, su pueblo natal. Los había cruzado en algún que otro evento deportivo, siempre apoyando al castaño con una dulzura y seguridad que le recordaba la de sus propios hermanos. A su hermana menor también la había escuchado nombrar, Clara. La novia de Leandro Paredes, exjugador de Boca, con quien vive en Paris luego de irse del país a sus cortos 18 años. Nunca entendió como Julián lo aceptó con tanta facilidad. Si su hermana le plantea esa situación, sin dudas, Enzo enloquecería ante la idea de que un compañero unos cinco años más grande que ella se la lleve tan lejos.

Sin embargo, Enzo no tenía hermanas que cuidar. Y a la hermana de Julián no la conocía. Ellos dos se conocieron en las inferiores del club, pero en ese entonces Enzo estaba sumamente inmerso en su familia y su novia y no solía juntarse demasiado con sus compañeros. Recién tiempo después, cuando comenzó a estar en reserva, cuando nació Olivia, todo se acomodó un poco y entabló vínculo con sus compañeros de equipo, entre ellos Julian. Para ese momento Clara ya estaba en Europa.

Claroscuro - Enzo FernándezWhere stories live. Discover now