Capítulo 34: Oscura

577 82 39
                                    

Tefi puso una cara de incredulidad al llegar con Oriana al departamento y ver a Clara vestida con un conjunto de River perteneciente a Enzo Fernández. La sorpresa se mezclaba con la confusión, llevando sus ojos de Clara a sus otras dos amigas, que reían sacando cosas de bolsas en la cocina. La castaña se encargó, a la vez que recibía ropa decente de parte de Oriana, de ponerla un poco al día de lo sucedido ese tiempo, esos meses, aunque con algo de miedo.

La intrigó un poco cuando Tefi sostuvo silencio de forma pensativa, llevando a su mente imágenes inevitables de las posibles consecuencias que compartir ese secreto con ella pueda tener. ¿Contara algo a la novia de Enzo? No era novedad que Estefania era su amiga, aunque tampoco lo era el hecho de que Enzo y Valentina no estaban bien y que el jugador hacia lo que quería siempre. Su relajo llegó al cabo del primer chiste de Tefi, el primero de muchos otros que siguieron después. El humor, el idioma que compartía con ellas tres, que la comenzaron a molestar con ironías y comentarios estúpidos, generó un ambiente bastante ameno y alojador. Cocinaron algo, bailaron, casi que se adueñaron del departamento. Oriana relató algunos de sus planes relacionados a su música y a lo que será en unos meses el viaje al mundial. Incluyó a Clara en todas sus aseveraciones, casi que asegurando que Julián Álvarez estaría convocado al mundial junto a Paulo Dybala y que ninguna de las dos se lo perdería. También deslizó la posibilidad de la presencia de Agustina, la cual negó sutilmente con la cabeza y ninguna se atrevió a siquiera decir algo al respecto.

Luego de compartir la comida, unas risas y alguna que otra anécdota tanto Estefania como Oriana decidieron irse, volviendo a dejar solas a Clara y Agustina, ya que la ultima estaba decidida a acompañarla y se negaba a dejarla sola. Era cualquier hora por lo que solo se limitaron a continuar la conversación sobre temas banales mientras se acostaban para dormir.

— Clari — una vez en la cama Agustina volteó para mirarla con seriedad. Clara hizo un ruido indicándole que continúe. — ¿Te pensas quedar acá mucho tiempo?

— Solo hasta que Enzo vuelva — suspiró — no sé qué va a pasar Agus.

— Sabes que contas conmigo ¿no?

— Lo sé.

El día siguiente a Clara se le hizo demasiado largo. Enzo le avisó que llegaría en un par de horas y si bien quemó tiempo lavando, ordenando, dejando cada cosa en su lugar, cuando faltaban unas horas ya no sabia que hacer. Los nervios la volvían un poco loca y el no saber que decirle cuando llegue provocaban que le den muchas ganas de comerse las uñas. ¿Qué pensara Enzo de todo esto? Todas sus conversaciones hacían dos días que rondaban en otros temas, evitando en algún punto el tema principal que llevaba que ella este en su casa. Y Clara no era tonta, era obvio que todo eso algo escondía y podría ser hartazgo, cansancio.

Mas allá de lo que había pasado con Agustin, Clara se debatía si debía confesarle a Enzo lo que le estaba pasando con él o seguir como si nada. La intensidad era mucha, pero a la vez también era cierto que decir algo respecto a sentimientos rompía ciertos acuerdos, ciertos parámetros que los dos habían pautado. Y en algún punto era una traición, pero ¿era evitable? ¿Cómo evitar engancharse con alguien con quien compartís todo lo que ellos compartieron esos últimos meses?

¿Enzo era real? En algún punto de su enroscada cabeza no dejaba de preguntarse qué tan real era todo lo que compartían. Porque en su vida él no era de la manera en la que se mostraba con ella. Ni tan amable, o comprensivo o sincero. De hecho, la confianza en sus vínculos no era algo que destacaría de su personalidad, inclusive más bien lo contrario.

Cuando finalmente la puerta se abrió y su debate interno acabó Clara se puso de pie con convicción, encontrándose de frente con él, que cargaba un bolsito en el brazo. Sus ojos se encontraron y ella no dudó un segundo en acercarse y, tomándolo de la cara, envolver sus labios con los propios. Y entonces lo sintió. Él devolvió el beso, si, pero con un cuidado extremo, casi como si fuera de cristal, casi como si temiera romperla. Y aunque le extrañó esa reacción, también le gustó.

Claroscuro - Enzo FernándezWhere stories live. Discover now