Capítulo 36: Indiferencia

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El estadio de Vélez Sarsfield es extremadamente estético a la vista del que quiera atravesar la ciudad desde la zona oeste. Y ese día se convertiría en el campo de batalla de una casi final para el equipo millonario: debían ganar si querían seguir en la copa internacional. Había mucha expectativa, Marcelo Gallardo preparó a todo su plantel con tiempo, inclusive obligando a todos los jugadores a concentrar algunos días antes, a mantenerse con el objetivo en la cabeza. Porque de eso dependerían muchas circunstancias: no solo la ilusión del entrenador de volver a ganar la copa sino también la permanencia de dos de sus grandes jugadores. De quedar fuera, tan solo un mes separaba a Julian Álvarez de Inglaterra y a Enzo Fernández de Portugal.

Después de la charla con Valentina, los dos días siguientes previos a ingresar a la concentración, Enzo intentó mantenerse tranquilo. Ordenaron juntos la habitación de la niña, una puerta que solía mantenerse cerrada con llave. Donaron algunas cosas, los dos guardaron otras, volvió a aferrarse y soltar a la mujer que supo amar. Valentina, para su sorpresa, aunque no paraba de llorar, lucia aliviada. Le dedicaba sonrisas, lo abrazaba, lloraba en su pecho, secaba sus lágrimas, se iba a la habitación sola, volvía y traía agua para ambos. Reían. Compartían anécdotas, algunas canciones, algunos recuerdos. Enzo eligió contar algunas cosas de ese año fatídico que vivió, Valentina aprovechó para aclararle que no lo odio jamás. Los dos entendieron que el dolor fue mas fuerte que ellos y que en algún punto los carcomió.

— Enzo — Julián entró a la habitación de la concentración y lo encontró sentado en una de las ventanas con la mirada fija en la ciudad — ¿Estas bien?

— Si — se restregó la cara con fastidio y lo miró — ¿Cómo está tu hermana?

El monotema de Enzo desde que Clara decidió no volver a dirigirle la palabra. A Julián lo veía todos los días en el entrenamiento y, casi inconscientemente, la pregunta diaria era la misma. El castaño solía tomarse unos segundos analizándolo antes de responderle.

— ¿Hablaste con ella? — Julián tomó asiento delante del morocho con intriga.

— No me dirige la palabra desde que te conté — Enzo corre la mirada.

No se arrepentía. Si la situación volviese en el tiempo, si pudiese volver a elegir qué hacer con esa información, con ella, con todo: sin duda volvería a hacer lo mismo. Volvería a elegir cuidarla, volvería a elegir tenerla lejos con tal de que este a salvo. O al menos intentar hacerlo. Aunque eso signifique que tenga que sacrificar los únicos momentos en el ultimo tiempo que le permitían escapar, que le permitían respirar.

— ¿Hicieron la denuncia? — el morocho volvió a mirar a su amigo con intriga. Julián negó, serio.

— Clara no quiere. Lo único que logré que acepte es un custodio que la sigue a todos lados a una distancia prudencial. — Enzo asintió. La incomodidad en el cuerpo de Julián se notaba. — ¿Vos sabias que era mi hermano el que...?

— No — contestó con sinceridad. Ese punto definitivamente volvía mas doloroso todo para Julián pero también para Clara. — no lo sabía. ¿Con Emilia qué vas a hacer?

— Emi... — suspiró. Era complicada la situación y el castaño no sabía bien qué hacer — Emi es otra victima en todo esto, Enzo.

— No lo creo, pero... no sé, vos sabrás mejor que yo. — volvió a mirar por la ventana — Solo tene cuidado de no joder a nadie Juli, esta todo tenso.

— Al único que le voy a re joder la vida es al forro de Leandro — contó. Enzo soltó un carcajeo irónico. — ¿Cómo puede ser que él sepa todo esto de mi familia y yo no? Es un imbécil.

Claroscuro - Enzo FernándezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora