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El rincón de Alice.
El rincón de Michael.

ALICE

Faltaba cinco días para cumplir seis meses desde la partida de Marcos.
Siempre le escribía cartas, contándole lo que sucedía o cómo me sentía.

Tenía más de dos libretas escritos para él. Al principio siempre fue difícil, veía a alguién con la misma actitud que él tenía y mi corazón se encogía. Quemaba, quemaba aquí adentro.


Algunas veces había pensado que me volvía paranoica, escuchaba su voz en otra boca y veía su porte en otro cuerpo.
Casi seguido iba a su casa —dónde no había nadie— para quedarme sentada frente a la puerta, escribiendole alguna carta. Siempre, Michael me acompañaba.

Sin embargo, ya no era así.

Había asimilado su partida, ni yo misma podía creerlo de que lo rápido que lo hice.

Quizá, todos lo creen y solo soy yo quién no quiere creer que lo he logrado.

Él siempre fue valiente, pero, yo lo era aún más.

Uff, pero Marcos era un jodido egoísta. Desde el primer día en que me vio, se creyó que me tenía.

Y

Yo, una jugadora egocéntrica. Comencé a jugar y mentir con él.

No sé, en que momento llegué a quererlo. Cómo fue que le dejé entrar y le di un lugar al lado de mi corazoncito.

Hizo tanto para que lo amara, me mal acostumbró y me gustaba cuándo lo hacía. A pesar que desde el principio le había dicho que no quiero amar a nadie, él se encargo de que lo haga y cuándo lo hice, se fue.

Puto egoísta, quiso mi amor, le di y se fue llevándose.

Me dejó sin ganas, sin fuerzas y sin razón para volver amar.

Lo sigo queriendo y quizá lo extraño, pero (porque siempre hay un pero), no me hace falta.

Creo, que estoy bien sin Marcos.

Nunca tuve amigos. Tampoco a Marcos le gustaba que tuviese. Incluso, evitaba a todo dar que Michael y yo hablemos siquiera.

¿Que pensara ahora que Michael y yo volvimos a ser amigos?

Si es que los muertos piensan.

Después de todo, él lo sabía. Sabía de la conexión que podía haber entre Michael y yo, eso explicaba el porque se negaba totalmente a que yo hablara con Michael.

Di un respingo al oír la puerta.

—Señorita, Alice.

Fui con un poco de rapidez a abrirlo.

Anita estaba de pie, con un trasportador de dos tazas.

—Yo no te pedí eso.  —observé a su alrededor.

No había nadie, pero sí. Percibí la presencia de alguién a su lado.

—Tu mamá quiere hablar con usted   —informó, mientras me hacía seña con los ojos.

—¡¿Leigh?!  —exclamé, muy alegre.

Abrí por completo la puerta. Gema estaba parada a un lado del pasillo.

No vi a Leigh en ninguna parte. Me giré hacía Anita. No pude evitar triturarla con la mirada.

—Te dije que ella no es mi mamá  —le recordé sin importarme si Gema me escucha—. Es mi madre.

Hecha Para Mí Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin