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La miró, pero fueron sus ojos quiénes la observaron

MICHAEL

La vi, mis ojos la reconocierón. No tenía idea de quién era la chica que estaba a muchos metros de mí. Mis ojos sí.

Me detuve. Esquivé la mirada y me negué volver a verla. No debía, era la novia de Marcos.

Me insistí en no volver a verla. De verdad lo hice. Sin embargo, el deseo de mis ojos fue más fuerte. No solo la vi, la detalle, la toque. La tuve cerca y me quedé.

El querer cuidarla y ayudarla me hicieron entrar a su vida. Me quedé, observando la actitud y la reacción que demostraba.

Al principio, toda ella agotaba mi paciencia. Poco a poco la fui conociendo, poco a poco entendí porque mis ojos la reconocieron.

Aún sabiendo que ella estaba hecha para mí, intenté evitar mirarla tal cuál mis ojos la querían, intenté evitar que la conexión se realicé. Intenté odiarla, fui ingenuo, porque ella no fue la única que quedó atrapada, también fui yo.

Todo comenzó la noche de jueves, un día después del funeral de Marcos.
Vivian habló un momento con Alice. Los observé desde lejos. No obstante, luego de media hora la estaban buscando.
Me sume a la búsqueda, detrás de la casa de Marcos, en un tramo del bosque, la encontré. Estaba de pie, mirando al horizonte, dándome la espalda.

   —¡Hey!  —le pasé la voz.

Se giró tan rápido al oírme y perdió el equilibrio. Cayó de espaldas al pozo de lodo. Esa tarde había llovido.

Fuí corriendo a socorrerla. Pero, cohibí una risa dentro de mí. La agarré de los brazos y la levanté, intenté ponerla de pie, sus piernas se doblaban cómo una muñeca de trapo.

Temblaba de frío, los dientes le castañeaban. La puse en el suelo y le quité el vestido mojado, le puse mi sudadera y la levanté en brazos para llevarla a casa.

Tenía los ojos cerrados. Se pegó a mi torso buscando calor. Algunas lágrimas comenzaron a salir por la comisura de sus ojos.

Verla así, frágil e indefensa me hizo enojarme con Marcos. Su partida estaba destruyendola.
Entonces, pensé que se podía volver a construirla y lo haría yo, o quizá mis ojos. No me esperé a decidirme, ya que ella me tocó el abdomen con la punta de los dedos y los acarició por un momento, después completó las palmas y me palpo el abdomen sin sutileza alguna, con total atrevimiento. Bajé la mirada a su rostro, seguía con los ojos cerrados, delirando el nombre de Marcos.

***

Había pasado un mes y un poquito más. No me alejé de ella y no lo haré ahora, aunque eso estaba consumiendo mi paciencia y esencia.

   —Pasa  —Indicó Gema, mientras se sentaba en su lugar.

Pasé y llegué frente a ella, al otro lado de su sitio. No pensaba que la platica sería larga, así que me negué a sentarme.

   —El grandioso hijo de Malena   —habló, estudiandome con la mirada y deteniendose más que nada en mis ojos—.  Un LH.

Mi mamá y Gema fueron amigas alguna vez.

   —Salúdame a Malena, hace tanto que no hablamos  —siguió diciendo.

La miré con suspicaz. Mamá no supo desde hace años de ella y no creo que sea buena idea ahora decirle que paso la mayor parte del día en casa de Gema Celim.

   —¿Me hiciste llamar para admirar mis ojos y hablarme de mi mamá?  —le pregunté, casi exigiéndole que me diga lo que quiere decirme.

Aunque, pude sospechar de lo que era.

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