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***ADVERTENCIA: el capítulo toca temas sensibles y el uso de ansiolíticos sin supervisión médica. No se automedique y si se siente identificade, por favor vaya a terapia y busque ayuda<33***

Enero había pasado tan rápido como un suspiro. Si bien, todo el año su restaurante se encontraba lleno de gente, lo que era diciembre y enero el trabajo se multiplicaba por mil. Todo el mundo se tomaba vacaciones, por lo que estos meses eran los mejores para el mundo gastronómico.

Todos los años eran lo mismo y ni aun así podía decir que se acostumbraba. El ambiente de la cocina es algo de lo que jamás podría estar 100% listo de enfrentar.

Dejó escapar un suspiro largo y hondo, como si este se hubiera iniciado desde lo profundo de su ser, a la vez que desabrochaba los primeros botones de su chaquetilla de cocina y se dejaba caer en el sillón de su oficina.

Estaba cansadísimo.

Los años anteriores, si bien, había sido igual de agotador, estas semanas habían logrado llevarlo al borde de la locura. Y es que no solo el estrés que significaba el trabajo y la inminente boda lo tenían a punto del colapso, sino que todo su lío emocional que involucraba a Chuuya y su lazo... era horrible. Realmente no quería seguir sintiendo aquel nudo en la boca del estómago y su constante sensación de vértigo cuando su mente decidía recordarle todo lo que el omega le había contado.

Ni siquiera el aumento en su carga laboral le había ayudado, solo empeorado.

Suspiró una vez más.

Afuera de su oficina podía escuchar cómo todos corrían, los cuchillos sonando al chocar contra las tablas de cortar, las sartenes emitiendo chirridos al saltear los alimentos y las voces de sus empleados cantando las órdenes. Había escapado justo en el momento del rush delegándole la responsabilidad a Kunikida (quién querría matarlo si no fuera su jefe) y yendo a esconderse. El estímulo estaba siendo demasiado.

No había visto a Chuuya desde la fiesta de Año nuevo en la casa de los Akutagawa, donde el omega se había vuelto íntimo amigo del peliblanco que trabajaba en casa de su prometido. No, no es como que lo haya confirmado, solo que para él era demasiado obvio.

Y no, no eran pensamientos provocados por los celos. Él jamás podría estar celoso de alguien como Nakajima ni mucho menos... aquel beta nunca sería su competencia. ¡Ni siquiera podía posicionarse a su lado de ser así! Una competencia entre ambos es de hecho inexistente.

No, no son celos. Sólo se había dado cuenta de la rápida conexión que ambos tuvieron.

Gruñó.

Él jamás había logrado que Chuuya se le pegara de esa forma... ni que le sonriera tan brillante y dulcemente como lo había hecho con aquel chico.

Ugh...

Se vino a su oficina para tranquilizarse pero el estar encerrado con sus pensamientos solo lograba hacerlo sentir peor.

—¡Dazai!—la puerta fue abierta de manera estruendosa, dejando ver a un ofuscado y sudoroso Kunikida. —No es mi intención molestarte en tu descenso hacia la locura, pero ¡la maldita cocina está a tope y llegó la reserva!

—Maldita sea, Kunikida...—gruñó Dazai, llevándose una mano hasta los ojos. Había olvidado la jodida reservación que una importante empresa había hecho hace unas semanas.

Y si decía jodida era porque era bastante jodida... Aquella empresa recurrentemente realizaba reservaciones en el restaurante para realizar sus muy importantes almuerzos ejecutivos y a pesar de ser muy meticulosos (no por nada eran un lugar de alto estatus) siempre pero siempre tenían alguna queja respecto a algún plato o hacían que cambiara alguna cosa. Nunca podía contentarles con el servicio... Aun así, seguían reservando.

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⏰ Dernière mise à jour : Dec 02, 2023 ⏰

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Dime que me quieres - AU!Omegaverse Soukoku (Bungou Stray Dogs)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant