02.- Música

9 1 1
                                    

Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.

02.- Música

La superficie del lago osciló cuando se acercó, el agua reflejó su imagen y cuando la tocó le dio permiso para cruzar al otro lado. Mientras el mundo se contorsionaba en el paso entre el mundo de las hadas y el humano, Marinette, se preguntó dónde aparecería. Le encantaría que fuese alguna zona rural, un lugar plácido en el que el ulular del viento la inspirase constantemente. Sí, seguro que acabaría en un lugar así, estaba segura, lo presentía.

El túnel de agua se iluminó de dorado y Marinette supo que había llegado a su destino. Salió disparada dando un par de vueltas descontroladas en el aire. Desplegó sus brillantes alas y recuperó la estabilidad. Miró a su alrededor, dejó escapar un grito agudo cuando un ave enorme se abalanzó sobre ella con el pico abierto dispuesta a devorarla. Guardó las alas dejándose caer de nuevo hacia el agua, el árbol de la vida le había dicho que era la mejor manera de huir de un depredador aéreo, le sorprendió comprobar que era cierto, que el enorme pájaro había perdido todo el interés en ella. Sus alas se abrieron de nuevo manteniéndola a escasos milímetros por encima de la superficie del agua, lo suficientemente alto como para que no se le mojasen, pero no para mantener seca su falda. Hinchó los mofletes molesta por aquel percance nada más llegar al otro lado. ¡Aún no sabía dónde estaba y ya habían intentado comérsela! ¡Qué dura era la vida de un hada del punto!

Recuperó la verticalidad y miró a su alrededor, flotaba sobre un río que parecía cruzar una gran ciudad, había barcos amarrados en las orillas. No estaba en el campo, allí no iba a encontrar inspiración, debería volver a casa y seguir trabajando en su tejido. Eso haría. El hilo volvió a aparecer ante sus ojos, azul y con destellos brillantes. Había llegado hasta allí para ver qué había al otro extremo, no podía irse como si nada, ¿no? Si en casa se enteraban de que había dado media vuelta sin más dirían que era una cobarde o una perezosa, y ella no era ninguna de las dos cosas.

Alzó el vuelo y siguió aquella hebra misteriosa que parecía perderse en el interior de uno de los barcos.

—No lo sé Iván, no acaba de sonarme bien.

Frenó en seco al oír la voz. No tenía que dejarse ver. No le daban miedo los humanos, pero era una lección de vida importante.

—Yo creo que suena genial —declaró una voz diferente con un tono áspero—. Aunque es diferente al primer single.

Marinette se asomó por encima de la barandilla del barco, paseó la mirada por las tablas multicolor de la cubierta, sentados en el suelo había dos chicos. Uno de ellos era corpulento y estaba inclinado hacia adelante, el otro tenía el pelo teñido de azul y permanecía erguido. Se movió con suavidad y suspiró. Se preguntó qué iba a hacer. La sorprendió oír música.

Era una melodía delicada, sonaba como el aire entre las hojas durante una plácida tarde de finales de primavera. Era hermoso. Sintió que se le calentaban las mejillas. Con cuidado voló lo más cerca que pudo de los dos chicos sin que la vieran, quería verlos mejor.

El chico del pelo azul tenía los ojos cerrados, sus dedos se movían sobre las cuerdas de un instrumento cuyo nombre, Marinette, desconocía. Eran sus dedos los que producían aquella música tan bonita, parecía en paz, pero su ceño estaba ligeramente fruncido, como si para él aquella melodía en vez de hermosa fuera burda.

—No lo sé... hay algo que suena...

—¡Precioso! —exclamó Marinette—. ¡Me ha encantado!

Los dos chicos miraron a su alrededor con expresión sorprendida. Marinette, avergonzada, se ocultó en lo alto de una sombrilla, pegándose a ella para no ser vista. La música le había gustado tanto que no había podido evitar alzar la voz.

—¿Quién ha hablado? —inquirió el chico corpulento poniéndose en pie. ¡Era altísimo!

—Debe de haber sido alguien que pasaba por el paseo.

—Pero, Luka, ha sonado como si hablasen en cubierta.

—Iván, no hay nadie más aquí.

Luka. Aquel chico que hacía música con sus dedos se llamaba Luka. Iván, el chico alto volvió a sentarse. Se concentraron en su conversación y en la música. Marinette se quedó inmóvil en lo alto de la sombrilla disfrutando del sol y de la música, tal vez aquello no era el campo, pero le gustaba.

Continuará

Notas de la autora:
¡Hola! Ya tenemos aquí a la otra mitad de la historia. El hada Marinette fracasando en eso de no hacerse notar.
Mañana más.


Fictober 2023 - El hada y su humanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora