10.- Pesadilla

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Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.

10.- Pesadilla

Aquella ciudad era una de las cosas más hermosas que sus ojos habían visto jamás. Los edificios blancos y sus tejados oscuros, sus amplios ventanales y pequeños balcones. Marinette se sentía como en una nube mientras Luka recorría las calles con ella refugiada en su bolsillo. Quería hablarle, preguntarle millones de cosas, pero supuso que sería raro y no dijo ni una sola palabra. De vez en cuando tenía que esconderse porque les rodeaban demasiados humanos, pero descubrió que podía ver a través del ojal abierto en la solapa del bolsillo.

Luka le dijo que podía salir y ella, ansiosa, lo hizo. No había gente alrededor, sólo una pirámide de cristal en medio de un enorme espacio. Era preciosa, la luz la iluminaba desde el interior y lanzaba reflejos dorados sobre ellos.

—¿Adónde vamos ahora?

No hubo respuesta. Marinette despegó los ojos de la pirámide y buscó a Luka, pero no estaba allí. Tampoco estaba en el mismo lugar, ahora estaba a los pies de la gigantesca torre de hierro que le provocó una incómoda sensación de vértigo.

De Luka no había ni rastro. Por más que mirase en todas direcciones no lograba dar con su rostro amable, ni su pelo azul. Todo lo que veía eran calles desiertas y edificios que parecían formar un laberinto. Oyó música y se dijo a sí misma que si seguía la melodía llegaría hasta a él, porque Luka era música.

Voló. Voló a toda velocidad sin importarle las hojas que le azotaban el rostro, tampoco el fuerte viento que le soplaba en contra. Lo único que le importaba era llegar a alcanzar la melodía para reencontrarse con su humano preferido. Sin embargo, por más que se esforzase, por más que volase, no parecía lograr avanzar, sentía como si hubiese recorrido apenas un metro en largo tiempo. Empezaba a cansarse y tenía miedo de que la música se extinguiese antes de lograr acercarse lo suficiente.

Estaba agotada, sentía que la magia que impulsaba sus alas estaba a punto de extinguirse. No alcanzaría la música a tiempo. No lograría reencontrarse con Luka. Cerró los ojos con fuerza y suplicó ser lo suficientemente fuerte como para lograr llegar hasta a él. Los abrió.

La ciudad había desaparecido. Frenó en seco. Estaba en el bosque, en el lugar que la había visto nacer y crecer, el sitio en el que había aprendido tantas cosas, donde había escuchado tantas historias sobre los humanos.

—Luka ¿dónde estás? No me dejes sola...

—Hada del tejido Marinette, has incumplido las normas feéricas y por ello serás castigada.

Marinette se movió bruscamente, su cuerpo chocó con una superficie dura, después cayó y finalmente se estrelló contra algo firme y acolchado. Se incorporó aturdida buscando a quien amenazaba con castigarla, pero no estaba allí. Aquello no era el mundo de las hadas, seguía en el de los humanos, estaba sobre la alfombra del cuarto de Luka lo que significaba que se había caído de lo alto del armario y que aquello sólo había sido una pesadilla. Se llevó la mano al pecho y sintió los fuertes latidos de su corazón que parecía querer huir de él. Se dijo a sí misma que estaba a salvo, que la sensación de intranquilidad de la pesadilla se acabaría diluyendo, que todo lo que tenía que hacer era desplegar sus alas y volver a su cama encima del armario, acurrucarse y cerrar los ojos. Sin embargo, aquella sensación no se había aliviado al despertar y no parecía que fuera a esfumarse pronto. Su cuerpo entero temblaba.

No podía quedarse tirada sobre la alfombra. Voló con torpeza hasta la cama y se detuvo sobre la almohada. Luka dormía, estirado de lado, completamente relajado y en paz, ajeno al pánico que amenazaba con aplastarle el pecho. Marinette recordó la agradable sensación de oír sus latidos mientras recorrían las calles de la ciudad y él, en susurros, le contaba algunas cosas; el olor de su piel y su ropa que la habían hecho sentirse tan segura que decidió quedarse en su bolsillo mientras Luka ensayaba con el grupo de música.

A lo mejor era raro, pero todo lo que había ocurrido durante aquel día le había hecho desear no separarse de él nunca, por que a su lado se sentía a salvo. No entendía el porqué, pero era la mejor sensación del mundo.

Se acercó un poquito más a él y se acurrucó junto a la punta de su nariz, su aliento le hizo cosquillas y le devolvió la sensación de serenidad que la pesadilla le había robado. Si estaba a su lado no le pasaría nada malo, tenía la certeza de que así sería.

Cuando el sol entró por el ojo de buey de su habitación, Luka, abrió los ojos con pereza. Algo caliente le estaba tocando la nariz, se movió despacio y vio a Marinette que se acurrucaba más buscando su calor. ¿Cuánto tiempo llevaba allí? No la había oído acercarse.

Se quedó sentado en la cama observándola dormir. ¿Cuánto tiempo se quedaría Marinette a su lado? Sabía que tarde o temprano tendría que volver a su casa, aunque le gustaría que se quedase a su lado durante mucho tiempo. Su compañía le agradaba. Era divertida, era dulce, era natural. Era fantástica.

Suspiró y revisó el calendario que colgaba de la pared. Era domingo, lo que significaba que al día siguiente le tocaría volver a clase, que la semana de vacaciones había acabado. ¿Qué pasaría entonces con Marinette si seguía en la ciudad? Tendría que dejarla en casa y se aburriría y él no podría sacársela de cabeza, se preguntaría constantemente si estaría bien, si la descubriría su madre al hacer limpieza o si se metería en algún lío. No. Si Marinette no volvía a su casa no podría dejarla sola en su cuarto.

Continuará

Notas de la autora:
¡Hola! Esta palabra habría sido genial que saliera más adelante en la lista, pero de eso va el reto, de adaptarse a lo que te sale en el orden que sale. Así que a Marinette le ha tocado tener una pesadilla por haberse emocionado mucho viendo lugares nuevos junto a Luka.


Fictober 2023 - El hada y su humanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora