06.- Noche

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Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.

06- Noche

Luka, que rió con el tartamudeo al decir su nombre, se disculpó por ello. Le ofreció las palmas de las manos para que se acomodase en ellas, Marinette aceptó la oferta. Debería huir. Lo sabía. Pero no quería hacerlo.

—¿Has sido tú la que ha...? —se tragó la palabra estropear—. ¿Quien ha estado jugando con mi ropa?

—¡No he jugado! La he arreglado, estaba rota —soltó ofendida.

—No estaba rota.

¿Cómo podía decir que no lo estaba? Era evidente que lo estaba, todas las prendas tenían más agujeros de los que deberían tener. Y ella misma le había visto abrirlos tijeras en mano.

—Soy un hada del punto, sé cuando un tejido está roto.

—¿Hada del punto? —preguntó desconcertado—. No, espera, deja que cierre la puerta.

Tiró de la plancha de madera forrada de papel pintado y dejó la habitación sellada. Cuando su madre les dijo que eran adolescentes y ya era momento de poner puertas a él le había parecido absurdo, ahora se alegraba de que estuvieran allí.

La pequeña hada se acomodó sobre la pila de ropa dispuesta a proteger su trabajo a capa y espada.

—¿Existen diferentes tipos de hada?

—Sí, claro.

—¿Y son todas como tú?

—No.

¿No sabía nada de las hadas? Creía que todo el mundo sabía cómo eran las hadas, que no existía ningún ser mágico o humano que no lo supiera, incluso los animales sabían cosas sobre las hadas y evitaban a algunas por instinto. Marinette se relajó.

—Hay hadas que son como yo, creativas y constructivas, pero hay otras cuya única finalidad es la de destruir. Son peligrosas y todo el mundo sabe que hay que evitarlas.

»Por cada cosa existe un tipo de hada. Para la ropa, las hadas del punto; para la música, las hadas de la armonía; para la pintura las del pigmento —explicó orgullosa—. Os inspiramos para que podáis alcanzar vuestro máximo potencial.

—Entonces sois algo así como las musas.

—No sé qué es una musa.

Luka se sentó en la cama atrapado en la conversación. Le explicó lo que eran las musas y ella, con una mueca de desconcierto, asintió aceptando el parecido entre lo que era un hada y las musas de las que hablaba el chico.

Se sentía cómoda, como si aquel fuera el lugar perfecto para ella. Era extraño porque tenía la sensación de estar aprendiendo más cosas durante aquella tarde que en toda su vida. Igual ayudaba que Luka tuviese un tono dulce y tranquilo, también que pareciera dispuesto a responder a cualquier pregunta por absurda que fuese.

Luka desvió la mirada hacia la ventana y guardó silencio.

—Ya es de noche —musitó como si se arrepintiera de haber dejado escapar la tarde hablando con un hada del punto—. Lo siento, seguro que tienes muchas cosas que hacer.

—En realidad no.

No podía decirle que se había escapado siguiendo un hilo que, además, no era dorado. Que si algún día la descubrían recibiría una buena regañina por dejarse ver por un humano. Mientras tanto no le importaba demasiado, estaba siendo divertido.

—¿Puedo dormir aquí esta noche?

—Sí, supongo que sí. Espérame aquí.

No tenía nada de malo darle cobijo a un hada ¿cierto? Se coló en el cuarto de su madre, abrió el cajón de abajo de su mesilla de noche y tomó un par de calcetines nuevos. Hizo otra parada en el cuarto de baño del que sacó un paquete de algodón y regresó al cuarto. Marinette se había vuelto a esconder entre la ropa.

—Soy yo —susurró caminando hasta su escritorio, de uno de los cajones sacó una caja cuyo contenido volcó en el interior del cajón—. Voy a prepararte algo para que estés cómoda mientras duermes.

La pequeña hada voló hacia donde él estaba, observó las piezas de plástico triangular desperdigadas en el interior del cajón. Las tijeras que habían estado destrozando ropa cortaron una minúscula tira de transparente. Luka separó los dos calcetines limpios y nuevos, los rellenó con el algodón, los apretó para comprobar que estuvieran mullidos y los acomodó en el interior de la caja.

Marinette era un poco más alta que su pulgar, allí tendría sitio de sobras para estirarse y moverse sin caerse o sentir que iba a salirse.

Ella se dejó caer sobre la improvisada cama y rodó por ella riendo. Era cómoda, mucho más de lo que cabría esperar.

Continuará

Notas de la autora:
¡Hola! Después de unos días enferma vuelvo a la carga. Espero ponerme al día pronto.
Mañana más.


Fictober 2023 - El hada y su humanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora