Capítulo II

254 53 14
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

— ¿Si pudierais ser otro animal, cuál escogeríais? —preguntó estirada sobre el pasto y, la golondrina que descansaba sobre una de sus rodillas, torció la cabeza, demostrando confusión— Yo probablemente diría un pez, aunque no sé nadar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

— ¿Si pudierais ser otro animal, cuál escogeríais? —preguntó estirada sobre el pasto y, la golondrina que descansaba sobre una de sus rodillas, torció la cabeza, demostrando confusión— Yo probablemente diría un pez, aunque no sé nadar. —sus brazos le sirvieron de almohada mientras divagaba— Pero supongo que al ser un pez nacería con eso aprendido, ¿no? —río para sí misma— Sería gracioso reencarnar así y morirme ahogada. Espera. —se irguió bruscamente y, agitando sus alas, la golondrina acabó sobre su hombro— ¿Los peces se ahogan? —un suave picotazo arrugó su menuda nariz— ¡Oye! —farfulló tomando al ave con uno de sus dedos— Eso no ha sido nada cortés por vuestra parte. Y dejad de mirarme así. —añadió tras conectar intensamente con los orbes celestes entre el plumaje níveo— Siento que me estáis juzgando, ¿es así? —la golondrina emitió un sonido cantarín que le arrugó el ceño— Ah, ya veo, pensáis que estoy diciendo cualquier disparate, con tal de no enfrentarme a los hechos que ocurren en Rohan. —se puso en pie, todavía sosteniendo al ave entre sus dedos— Pues déjame deciros que estáis, absolutamente, completamente, inevitablemente... en lo cierto. —la vio partir, con vuelo bajo, a tierra firme, entre las briznas de hierba alta y las primaverales flores— Mas no me importa, ¿sabéis por qué? —la señaló con un dedo acusador— Porque, usted, señora golondrina, lleva una semana recuperada, pegada a mi hombro cuando debería partir a cualquier parte del bosque, menos a mi casa. —cruzó los brazos sobre el pecho, emanando un aire de soberbia y victoria— ¿Quién está evitando ahora sus problemas, eh? 

El canto que emitió el ave fue más grave esta vez, casi asemejándose a un tono humano, avergonzado y molesto.

— Os da miedo volar y a mí me da miedo morir, no es tan bizarro si nos detenemos a pensarlo. —caminó alrededor del pajarillo, arrastrando la tela de su vestido por la arboleda— Padre vendrá en unos días y, cuando lo haga, podré convencerlo de partir al sur. —se giró bruscamente ante el trinar del ave— Le convenceré, dejad de ser tan negativa. —continuó con su deambular, acariciando de cuando en cuando alguna brizna de hierba, o el rugoso tronco de un acre— No obstante... si consiguiera hacer tal cosa, el viaje sería demasiado largo. Tardaríamos semanas en recorrer tanto terreno a caballo. —se dejó caer con pesar en el suelo— Mucha gente debe estar sufriendo al otro lado de estas tierras, y cada día los animales que cruzan hasta aquí están más malheridos. ¿Qué espantosos actos estarán causando en los bosques? —aguardó por un nuevo trinar de la golondrina, mas esta no emitió sonido alguno, sino que brincó con pequeños saltos hasta su regazo— Rohan es un reino de valientes guerreros, siempre se ha dicho eso. —acarició su diminuta cabeza con el índice— Estarán bien. —y, tras decirlo en voz alta, supo que jamás había dicho una mentira que le hiriera tanto en el corazón. 

LA HEREDERA DE LOS CAÍDOS ⎯⎯ ᴇᴏᴍᴇʀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora