Capítulo XI

179 41 7
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

"No, ninguna como tú, Aelya"

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

"No, ninguna como tú, Aelya".

Éomer respiró profundamente, consciente del peso de sus palabras. No era siquiera un atisbo de todo cuanto sentía, pero era un inicio. 

— Dejad de mirarme así. —rogó torpemente Aelya, notando como su respiración le acariciaba el rostro, por otro lado, la suya, por culpa de la altura, apenas lograba llegarle a él al cuello. Inconscientemente, Éomer se relamió los labios, consiguiendo con ello alterarla todavía más— Parad. 

— No he hecho nada. —se excusó con un mohín, que a ojos de ella, fue significativamente adorable.

Aelya dio un paso atrás y Éomer uno hacia delante, siendo en vano su intento por huir.

— Dejad de... —lo señaló de arriba abajo despectivamente— Lo que sea que intentéis. 

— ¿Intentar? —soltó una risa incrédula— ¿Qué estoy intentando? 

— ¡Lo desconozco! —gritó, sin embargo, entre la música y las risas no atrajo una mirada— Me estáis poniendo de los nervios. 

Ante aquello, Éomer se tornó rígido por un instante. ¿Podía ser acaso recíproco? Mientras ese pensamiento aparecía en su cabeza, comenzó a sentir la insistente mirada de Aelya en su rostro, casi refulgiendo furia en sus orbes. Sin embargo, estaba sonrojada. 

— Sois difícil de entender... —confesó en un murmullo, inclinándose ante ella.

Aelya pegó el cuerpo contra la viga de madera, huyendo de su respiración, de su olor que empezaba a nublarle el juicio.

— Vos sois... —escupió con irritación— ...s-sois...

Ante la torpeza de encontrar las palabras, Éomer la crispó al asomar de sus labios una sonrisa burlona.

— ¿Sí? —preguntó con diversión— Decidme.

Aelya boqueó un par de veces, pero la frustración, el enfado, no le permitían formar una palabra coherente. 

La mirada de Éomer se llenó de curiosidad. Se acercó un poco más, rozando una distancia ciertamente indecorosa. 

— ¿Me odiáis... os soy indiferente? Me estáis dando señales contradictorias. 

LA HEREDERA DE LOS CAÍDOS ⎯⎯ ᴇᴏᴍᴇʀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora