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☽ | ALTOS CIELOS.

☽ | ALTOS CIELOS

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—¡Noé, reacciona! —Vanitas trata de hace reaccionar a su compañero que mantiene un rostro compungido por el dolor, y se debate entre temblores y escalofríos.

Sus ojos purpúreos miran al vacío y sus manos tiemblan incontrolablemente. Dirige sus manos entonces hacia sus pómulos altos y algo pálidos, y trata de hacerlo entrar en razón. Colocándose enfrente suya y alzándose de puntillas, mantiene sus ojos analizando su cuerpo tratando de encontrar algún índice de herida o molestia. Al no encontrar nada, entiende que se trata de algo interior y sigue llamando a Noé, desesperadamente.

Verle de aquella manera solo hace que se vea a si mismo en su reflejo y su corazón se estremece ante la visión tan lastimera. Por ese motivo, aprieta su agarre en sus mejillas y vuelve a llamarle con insistencia.

—¡Noé, vamos, despierta! —Sin quererlo, una de sus manos acaricia su cuello y aquello finalmente hace que el más alto reaccione.

El mencionado abre sus ojos sorpresivos, asustado como si despertase de una terrible pesadillas. Sin esperarlo, sostiene una de sus manos y apartando a la gente de su alrededor, se lo lleva a rastras, alejándolo de todo aquello. Otro de los motivos por los que detesta estar rodeado de tantas personas es por el agobio que produce, teme que Noé haya sido victima de algún resquicio de ello. Este no suelta ni media palabra, y decidido lo lleva hasta uno de los bancos centrales de la misma plaza en la que estaban antes y forzándolo a sentarse, se coloca entre sus piernas y vuelve a apoderarse de sus mejillas.

—Dejad que os revise, Noé. —Este parpadea confuso, aun quizás tratando de asimilar la situación. Sin embargo, no realiza ningún acto de refuto hacia sus cercanos toques.

Por eso, le voltea el rostro y mira directamente a sus ojos, buscando alguna señal de cansancio o resquicios de migraña, ya que se puede visualizar con sensibilidad hacia la luz, al sonido y a veces, hasta por los sonidos y tacto. Cuando observa como sus ojos se estrechan al apartarse un poco para que la luz le de un poco sobre su limpio rostro, asiente dándose cuenta de que se trata justamente de eso.

—Vanitas, ¿qué...? —Lo interrumpe porque tiene que centrarse en su deber.

—¿Os duele la cabeza? ¿Sentís náuseas o ganas de vomitar? —Mientras pregunta, se arrodilla en el suelo abriendo su maleta. Saca unas pastillas y se las tiende en su mano enguantada.

Este las coge, rozando sus dedos y trata de no hacer caso al curioso hormigueo que deja su toque helado en ellos. Seguidamente, se incorpora y levantando un poco el cabello blanquecino de su compañero, coloca una de sus manos encima de su frente buscando signos de fiebre. Al no hacerlo, vuelve a asentir algo más aliviado y colocando una de sus manos en su cadera, lo mira serio.

𝐂𝐀𝐍 𝐈 𝐌𝐄𝐒𝐒 𝐘𝐎𝐔 𝐔𝐏? | vanoé.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora