2. La diferencia entre el mar y una pecera.

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La realidad desapareció un segundo. Luego recobré la consciencia cuando el reloj en la pared de la sala marcaba las cuatro de la madrugada. Perplejo, observé el lugar donde me encontraba. La luz de la luna se filtraba a través de las cortinas de tul. Me llevé una mano al pecho y al no sentir el relicario, comprobé que no había sido una pesadilla. Lo más importante: no comprendía de qué manera había regresado a casa.

Sentía una terrible pesadez en el cuerpo que apenas y me permitió incorporarme en el sofá. Descarté la idea de salir a buscar a Seori, al menos por el momento. Me puse de pie con dificultad y fui al baño. Al encender la luz, me sorprendió lo pequeño que era. No había tina. En cambio, había una regadera muy cerca del inodoro, separada solo por una mampara de cristal. El piso no tenía tapetes, ni divisiones claras, así que cuando giré la llave, el agua se esparció por todos lados. Por suerte, no alcanzó la puerta.

Ante la debilidad en las piernas, me duché sentado. En una de mis novelas había una escena igual para un personaje deprimido. Cuando la escribí, me pareció de lo más cómodo. Pero, en realidad, era extraño sentir los azulejos en la piel desnuda. Al mirar arriba, incluso me resultaba abismal la distancia entre la regadera y mi cabeza.

Diez minutos más tarde, me lavé los dientes frente al lavabo. Al dejar el cepillo de dientes de vuelta en su lugar, alcé la mirada y advertí el espejo sucio por el vapor de la ducha. Lo limpié con la mano y observé mi rostro con atención. Suspiré. Mis facciones lucían más delineadas que la última vez que me vi a mí mismo. En el pasado, habría hecho de todo para conseguir esa definición: dieta, ejercicio, cirugía. Pero ahora sabía que no era más que el reflejo de algo más oscuro. Algo que me consumía lenta y silenciosamente.

En la habitación, corrí el cierre de una de las maletas y me puse el primer pijama que me topé: unos joggers gris y una camisa suelta del mismo color. Como no tenía sueño, encendí la lámpara de noche, saqué un libro que había comprado en la estación de autobuses, me eché en la cama y me dispuse a leer. El libro era una especie de autobiografía del autor, enfocada en su adicción al opio. Sin embargo, el autor había nacido a finales del siglo XVIII y como ya me lo esperaba, era un esteta. Ante tantas oraciones complejas, acabé con la cabeza embotada y desistí. No era novedad. Para aventurarme en la lectura de un clásico, necesitaba más tiempo de preparación. Apagué la luz, dejé el libro en la mesita de al lado y cerré los ojos a ver si lograba conciliar el sueño. Afuera, los insectos chirriaban en un desorganizado coro. Yo los escuchaba sin prestarles mucha atención.

Cuando estaba a nada de atravesar la delgada línea entre lo consciente y lo inconsciente, me vino a la mente lo último que vi antes de desmayarme: unos zapatos Oxford y una mirada cargada de preocupación. Intenté indagar más en aquella imagen, pero, en algún punto, me quedé dormido.

Desperté a las ocho de la mañana, cuando la casa entera clareaba por la luz del sol. Me aseé en el baño y luego fui a la cocina. Sentado en un banquito y con los codos clavados en la barra, pensé en que podía desayunar. No tenía grandes habilidades culinarias y la escasez de víveres en la alacena me dejaba pocas opciones. Por si no fuera suficiente, tampoco tenía antojo de algo en específico. Al final acabé preparando café soluble. Me lo bebí intentando ignorar el sabor insípido.

Al terminar, me vestí con ropa más abrigada y salí decidido a encontrar a Seori. Afuera no hacía viento y las hojas de los árboles yacían quietas, movidas apenas por los pájaros que saltaban de rama en rama. Me dio la impresión de que aquel no era el mismo bosque que había visto el día anterior. Como si un ladrón hubiera reemplazado una pintura por una réplica tan exacta que solo el ojo más perspicaz podría sospechar que ha habido un robo. Aun así, no era más que una impresión mía. Yo solía tener presentimientos que nunca significaban nada. Ese debía ser otro de esos.

ELLA YA NO ESTÁWhere stories live. Discover now