7. Traía consigo el olor a mar.

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La taberna no abrió hasta casi las diez. Al parecer Youngho había tenido un contratiempo. Mientras tanto, yo esperé pacientemente en la cafetería. No llegaron muchos clientes durante ese transcurso. Tan solo unos turistas que pidieron su pedido para llevar. De Sunghoon no supe nada más. Aunque su nombre ocupó mi mente durante un rato. Veía a la barista detrás del mostrador, con expresión ensoñadora. Me pregunté si pensaría en él, igual que yo lo hacía. Quizá estuviera imaginando escenarios románticos a su lado. Sin embargo, recordé la confesión que Sunghoon me había hecho antes de irse y me apené por ella. Era una mujer joven y bella; podría conseguir una pareja con facilidad. Pero se había fijado en Sunghoon, un hombre al que no le iban las mujeres, por más jóvenes y bellas que fueran. Y si le iban los hombres, ¿qué clase de hombres le gustarían?

Youngho me recibió con una gran sonrisa cuando el tintineo de la campanilla avisó de mi presencia. Igual que hace unos días, estaba limpiando la barra mientras escuchaba a The Beatles por el altavoz de la pared. Tomé asiento frente a él y le pedí un tarro de cerveza.

—¿Bebiendo tan temprano? —me preguntó Youngho divertido.

—¿Hay alguna hora determinada para beber? —le dije en el mismo tono.

Youngho rio. Su risa me resultó de lo más armoniosa.

—Nada de eso. Pero si hay ciertas reglas, como no hacerlo con el estómago vacío. ¿Ya comiste?

Asentí con la cabeza y volví la mirada hacia afuera.

—Me tomé un café en una cafetería a unas calles de aquí.

Youngho dejó el tarro con cerveza espumosa enfrente mío. Le agradecí con una sonrisa.

—¿De verdad? ¿Qué te pareció?

Le di un trago al tarro antes de contestar:

—Es un lugar agradable, el café es bueno y la barista es linda. Creo que volveré.

—¿La barista te pareció linda?

—Sí, un poco.

Youngho formó un mohín con los labios.

—Qué lástima, si hubieras llegado unos meses antes te la habría presentado. Es mi amiga y está perdidamente enamorada del hombre misterioso que se mudó a Namhae hace poco.

—Su nombre es Kang Sunghoon.

Youngho pareció sorprendido.

—¿Cómo sabes su nombre?

Le di otro sorbo a la cerveza y me removí en el asiento.

—Lo conocí hace unos días. Fui a su casa y me prestó un libro. Prepara un gran pay de calabaza, además.

Youngho me miró intrigado.

—¿En serio? —Se llevó una mano al mentón.

—¿Qué pasa?

Youngho negó con las manos.

—Nada grave. Es solo que el tal Kang Sunghoon ha sido tan misterioso desde el día que llegó aquí... La realidad es que es una persona muy amable y cordial, pero nadie sabe nada de él. Ni porqué se mudó a Namhae, ni a qué se dedica, ni cuánto tiempo piensa quedarse.

—Yo tampoco sé gran cosa de él —admití.

Youngho tomó un paño y volvió a limpiar la barra, aunque estaba completamente impoluta.

—Volviendo a mi amiga —dijo sin mirarme y se detuvo un segundo para suspirar—. Le hemos dicho que debería rendirse. Para ser sincero, no creo que Kang Sunghoon vaya a corresponderle. No parece siquiera que su estancia aquí sea algo serio. Más bien, parece que se está tomando unas largas vacaciones.

ELLA YA NO ESTÁWhere stories live. Discover now